Opinión

Desahucios y señales esperanzadoras

La situación social en la que vivimos podría ser representada por un cuadro desgarrado de Antonio Saura (1930-1998, hermano del cineasta Carlos), cuadro distorsionado, depresivo. Esta forma de pintar abstracta era premonitoria, inconscientemente Saura la había captado con ese sentido de anticipación que tienen los artistas.

En cambio, no hay nada más concreto que los terribles desahucios actuales. Habría que recobrar los acentos melodramáticos de José Manuel Gabriel y Galán (1870-1915) en su poema social “El embargo”. Ha pasado un siglo y se mantiene la misma injusticia implacable y ciega de defensa a ultranza de la propiedad privada sólo atenuada en escasas excepciones. El capitalismo desaforado se ha enseñoreado de una sociedad en la que los ricos son cada vez más ricos, y los pobres, cada vez más pobres, con unas clases medias que sirven de colchón. Esta es una dicotomía fatal que se ha instalado para quedarse.

Últimos ejemplos: en 2013 se produjeron en España 184 ejecuciones hipotecarias o desahucios al día, con su cohorte de tragedias familiares. Forman parte de la realidad que no se quiere ver. Así lo forman también, por ejemplo, sucesos como el desalojo por la fuerza en Sevilla de la corrala “La Utopía” (vaya nombre) ocupada por 22 familias, propiedad del banco Ibercaja. Son casos puros y duros de expulsión a la calle de ciudadanos con sus muebles y enseres a los que ya no prestamos atención, sólo las ONG (organizaciones no gubernamentales) solidarias lo hacen. Y, para más inri, la peor de las crisis económicas que ha golpeado a la sociedad española en estos tiempos, no ayuda, evidentemente. "Dura lex sed lex", dicen los conformistas, pero algo habrá que hacer.



UNA BANCA BOYANTE

Tras una ley hipotecaria aprobada ahora hace un año y debido también a la acción de asociaciones de denuncia como “Afectados por la Hipoteca”, fueron aplicándose paliativos para suavizar las inhumanas y rígidas medidas legales de desalojo, es decir, paños calientes. La citada ley amortiguó en parte el grave problema: en un año se paralizaron las órdenes de expulsión contra 8.000 familias. Del lobo, un pelo. Pero el sordo descontento se extiende.

Lo reconoce un informe del Banco de España que consigna que las entidades bancarias se quedaron con casi 50.000 viviendas por impago en 2013, 11% más que en 2012, a este ritmo se van a convertir en compañías inmobiliarias por imperativo legal.

Los cinco grandes bancos españoles ganaron 7.674 millones de euros más en 2013, cuatro veces más que el año anterior. Al ciudadano medio, que pasa estrecheces, ajeno a los arcanos de la alta economía, siempre le parecerán inmorales estas ganancias.

En efecto, Santander, BBVA, Caixabank, Sabadell y Popular son boyantes, rebosan de dinero. No estaría mal que se mostraran más generosos, su bonanza choca con la penuria generalizada aunque resulte algo demagógico decirlo porque no hay entre ambas un nexo de causa a efecto. Lo que sí podrían hacer es conceder con más facilidad créditos blandos a bajo interés y amplio plazo de devolución para animar la economía. Pero mucho me temo que eso sería pedir peras al olmo en el codicioso por naturaleza negocio bancario.

Porque hay que constatar con disgusto que, según la organización humanitaria de la Iglesia Católica "Cáritas"en su último informe, España es el segundo miembro de la Unión Europea con mayor índice de pobreza infantil, sólo superado por Rumanía, lo que constituye un serio aldabonazo de aviso. Bulgaria y Grecia vienen a continuación. Aunque se libró del rescate que afectó a Portugal, Chipre y Grecia, la población española es una de las más golpeadas por la crisis. Las equivocadas políticas de austeridad, preconizadas por la Unión Europea y Alemania, la hundieron aún más.



SE VISLUMBRA UNA LIGERA MEJORÍA

Naturalmente, hubo acciones de rebeldía extraparlamentaria contra este estado de cosas. Verbigracia, el movimiento pacífico 15 M que ocupó la Puerta del Sol durante un tiempo a partir del 15 de mayo de 2011 o Podemos, del joven líder ácrata Pablo Iglesias, homónimo pero sin ninguna relación con el fundador del PSOE. Sin embargo, son "inmensa" minoría. El momento es desmoralizador. Tanto es así que un amigo mío, el economista y estadístico José Manuel Naredo, acaba de publicar un ensayo titulado significativamente “La abstención como protesta", en el que aconseja a sus lectores no votar en las próximas elecciones porque sirve de muy poco, dado el engranaje electoral. Espera que la gente recapacite y encuentre nuevas ideas, como las tierras que se dejan un año en barbecho para que se renueven.

Lo que mejor retrata el presente es el cine, brutal e irónico, de los hermanos Coen, que describen en sus películas en blanco y negro, como "Fargo" o "El hombre que nunca estuvo allí", el vacío de valores de la sociedad occidental con un estilo descarnado y lúcido. Se las recomiendo por ser reflejo fiel de lo que está pasando.

Ciñéndonos a España, parece que hemos tocado fondo, según los informes del Gobierno español, y que por ello sólo podemos remontar. Después de una larga travesía del desierto, hay señales esperanzadoras de cambio de ciclo que no nos creemos mucho. Ya era hora.

Los mercados financieros, los organismos internacionales, y los expertos anuncian por fin buenas noticias: el comienzo de la recuperación. Será una recuperación larga por que la interminable crisis duró décadas. El Producto Interior Bruto (PIB), que refleja la riqueza de la nación, va a ser de 1 por cien en 2014 y según el Instituto Nacional de Estadística (INE) se está creando empleo por primera vez en seis años. Se vislumbra una ligera mejoría.

Un recuerdo de cinéfilo para quitar hierro a tanta problemática preocupante como la hilvanada en este artículo. En una película del gran cineasta de la Nouvelle Vague francesa Eric Rohmer, un personaje muestra un extraño objeto que tiene tantas aristas, espinos, cuchillas y pinchos que resulta inasible, vamos que no hay por donde cogerlo. Desgraciadamente, así es el momento actual.

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