Opinión

Europa no da puntada sin nudo


A Google le debemos mucho, con él tenemos acceso a la certeza. Adiós a las discusiones interminables, se consulta Google y acto seguido aparecen todas las respuestas, quizá sea una lástima pero se acabaron los enigmas. La inmediatez del saber es un hecho que tenemos muy asumido ya, lo damos por descontado. Google se ha convertido en un 'electrodoméstico' imprescindible. No es tan importante como la invención del número cero que dio lugar a todas las matemáticas pero casi. No obstante, atención, todo esto es verdad en la mayoría de los ámbitos excepto en la política europea, ya que ahí no hay certezas sino convicciones. Pues bien, mis convicciones son europeístas, Europa constituía un faro guía bajo el franquismo y treinta años más tarde conserva intacto su atractivo como ideal de convivencia entre naciones en las que España contrariamente al famoso eslogan turístico de la lejana época en que Fraga era ministro .'Spain is different. hace tiempo que se niega a ser distinta. No hay que dejar de europeizar a España, hispanizar a Europa como quería Unamuno era una ingenuidad.


Por ello, no me abstendré en ninguna ocasión en la que se haga balance positivo de la incorporación de España a Europa, tal como sucede ahora con ocasión de la firma del Tratado de Lisboa. Déjenme anotarlo con delectación. Tras las angustias del alumbramiento, el nuevo tratado de la alianza más pacífica de todos los tiempos fue formalizado en la capital lusa el 14 de diciembre de 2007: la Europa que acaba de renovarse tendrá más peso e influencia en el mundo con sus 27 estados y será ratificada nación por nación para entrar en vigor en 2009, como quien dice, pasado mañana. No se admiten tirones autoritarios en ninguno de los países y el fracaso del copo del poder en Polonia por los gemelos Kaczynski es prueba de ello. A decir verdad, aunque haya cedido la primacía de la innovación y de la modernidad a EE.UU., Europa sigue siendo el concierto de naciones más democrático, más justo, más ordenado, más legalista, donde se respetan más los derechos humanos, de donde han sido expulsadas hace tiempo todas las dictaduras, fascistas o comunistas.


Francia y Holanda, que por razones internas hicieron dar un serio traspiés a la idea europea, vuelven ahora al redil con la fe redoblada del converso. Con nostalgia de primera potencia, Gran Bretaña hizo el gesto de llegar tarde adrede a la firma del Tratado de Lisboa para hacerse notar, pero al final tuvo que rubricarlo. Un melindre de otros tiempos. Turquía, extramuros, sigue llamando a la puerta, separada aún por la historia, por la geografía y por el empecinamiento en contra del presidente francés, Nicolas Sarkozy. Son baches del camino. De momento, ¡uf!, los Veintisiete han superado otro tramo del proceso de integración. Van paso a paso pero no dan puntada sin nudo.



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