Opinión

Intrigante asesinato en la Plaza Roja

De cuatro tiros disparados misteriosamente desde un Ford blanco,seguramente robado, con matrícula de una de las repúblicas del Cáucaso -que surgió de pronto de no se sabe de dónde y luego se dio a la fuga- fue asesinado ante su novia en plena Plaza Roja, a pocos pasos del Kremlin, el político  liberal Borís Nemtsov, destacado líder opositor al presidente Vladimir Putin. Un intrigrante crimen que traerá consecuencias. Si conociéramos el alfabeto cirílico, podríamos escribir y traducir el famoso  "Quid prodest?" latino (¿a quién beneficia?) En primer lugar, sin duda a Putin que, de la noche a la mañana se queda sin rival, sin otro obstáculo más a su poder omnímodo.
Ahora bien, no hay que descartar en lo más mínimo la pista del terrorismo de Chechenia, la república caucásica enemiga acérrima de Rusia, contra la que ésta libró en los últimos años repetidos enfrentamientos que se cobraron, tan sólo en la Segunda Guerra Chechena, entre 1999 y 2003, más de 25.000 civiles muertos chechenos y 5.200 soldados rusos, sangre y desolación. Una verdadera matanza a repetición, siendo Grozni, la capital, ciudad mártir por antonomasia varias veces destruida. O sea, entre Rusia y Chechenia se da una lucha sin cuartel que no cesa.
Podría decirse que la  turbulenta región se halla aún ahora, años después, en un estado de "duermeguerra" permanente, en la que hay escaramuzas y asesinatos como el que acaba de suceder y todavía no se ha aclarado. Es la anti-paz en esta parte del mundo, como he dicho otras veces.
Vayamos por partes para tratar de entender mejor lo que pasa con la ayuda imprescindible de las agencias de noticias que nos acercan el asunto. Detengámonos en la muerte de Borís Nemtsov, esperanza  de regeneración de la política rusa, cometida por criminales a sueldo sin ideología para repasar después algunas de sus posibles causas y hacernos una idea.
 
UN ASESINATO INOPORTUNO
El tiroteo ocurrió el viernes pasado y creó una gran conmoción en la sociedad rusa, a la que privaron brutalmente de un líder carismático de 55 años, exviceprimer ministros con Borís Yeltsin, exmiembro de la Duma (Cámara Baja) que tenía prestigio. Exit Nemtsov, pues,  oportunidad perdida, otro golpe contra la Federación Rusa que, decididamente, tiene mala fortuna. Como protesta indignada contra Putin se produjo una manifestación multitudinaria espontánea a cien metros de su residencia oficial  como si él fuera el culpable, cosa que está lejos de haber sido probada. A esta marcha, que tuvo lugar el domingo pasado "contra el miedo y el odio" según los organizadores que atenazan a la sociedad rusa, acudieron casi todos los líderes de la oposición parlamentaria al Kremllin habitualmente divididos pero en esto unidos ante la adversidad.
Vladimir Putin reaccionó inmediatamente y ofreció una recompensa de 3 millones de rublos (43 mil euros, una suma astronómica para los rusos) a quien diera información fehaciente sobre el caso. Se trata de un asesinato inoportuno que viene, como se dice jocosamente en el refrán castellano, "como pedrada en ojo de boticario".
Putin no lo tenía en el guión ahora que las relaciones con Occidente van relativamente bien, ya que se asentaron tras los acuerdos de Minsk (República de Bielorrusia) del pasado 2 de febrero.
Los rusos quieren mirar hacia adelante, no parecen desear volver a las andadas, dicen de forma aguda: "Añorar el pasado es como correr tras el viento".

EL TRASFONDO ES UCRANIA
Todo parecía ir mejor. El tándem Alemania-Francia que dirige la Unión Europea había conseguido últimamente detener" in extremis" la guerra en el este de Ucrania en la madrugada del 12 de febrero con la ayuda imprescindible de Rusia, potencia indispensable en la región. Todo el mundo se volvió razonable, a nadie le interesaba prolongar la conflagración. La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, François Hollande, una cristianodemócrta y un socialdemócrata sellaron el difícil y complicado pacto que tanto les costó, satisfechos, con un simbólico abrazo ante los fotógrafos en Minsk, capital de la República de Bielorrusia, donde se habían celebrado las arduas negociaciones. Para dar más énfasis al acuerdo, el propio presidente Putin, que al fin había dado su brazo a torcer, fue el encargado de anunciar el alto el fuego que entraría en vigor unos días más tarde, el 15 de febrero. Quedaba frenado de momento un enfrentamiento que había causado ya más de 5.000 muertos y 1,2 millones de refugiados. Una excelente noticia para todos ya que esta contienda en los confines de Europa inquietaba sobremanera, en particular por su posible contagio.
Así, las potencias europeas han resuelto por ahora el conflicto armado que se libraba desde abril de 2014 en el este de Ucrania, en el territorio de Dombass, formado por las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, de clara obediencia rusa. Amenazaba con propagarse a los territorios vecinos y se había convertido en el agujero negro de toda la política internacional del momento.
Para sortearlo, Merkel y Hollande habían multiplicado los contactos mutuos y sobre todo viajado a Moscú, en una iniciativa inesperada, a entrevistarse con el propio presidente Vladimir Putin, a fin de hacerlo entrar en razón y parar la ofensiva rusa que avanzaba de forma solapada apoyada en las regiones rusófonas, procediendo por hechos consumados.
Fueron Vladimir Putin y el presidente de Ucrania, Petró Poroshenko quienes establecieron una hoja de ruta de cuatro puntos: aparte del alto el fuego, una zona tapón de 50 kilómetros, mayor autonomía para las zonas separatistas y el restablecimiento del control de fronteras con Rusia por parte del Gobierno de Kiev para final de año.¡Uf!, se moderó la tensión. En fin, como dice un proverbio ruso: "Caer está permitido pero levantarse es obligatorio".
Relentes de guerra fría, pues. Europa sigue dividida en dos bloques antagónicos que se miran de hito en hito, el occidental y el del Este, pero de esta vez se evitó el choque frontal.

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