En qué coinciden la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, Isabel Díaz Ayuso y el fundador de Podemos Pablo Iglesias? La mera formulación de la pregunta parece una incongruencia porque no pueden estar en posiciones ideológicas y personales más distantes y sin embargo tienen un punto sorprendente en común: para ambos los bares son sinónimo de libertad. Para Ayuso la libertad es poderse tomar cañas de cerveza incluso en lo más duro de una pandemia, y para Iglesias, siguiendo a Karl Kautsky: “Las tabernas son el último bastión de la libertad del proletariado”. Pablo Iglesias ha dejado de pretender asaltar los cielos a convertirse en un pequeño empresario hostelero con la apertura de una taberna llamada Garibaldi, eso sí en el barrio de Lavapiés y se ha puesto bajo la protección de Ayuso. Ya tienen un lugar donde firmar un nuevo “pacto de los botellines”, esta vez entre “cayetanos” e indignados.
