Opinión

Una bofetada a tiempo

Cuando una persona ocupa cargos públicos, de forma directa o vicaria, está sometido a muchas servidumbres, como soportar las críticas más o menos educadas que le dirijan quienes se creen con derecho a todo por pagar impuestos. Pero cuando se acaba la vida pública se recupera la vida privada y ahí ya no hay que aguantar nada de nadie si no tiene contraída ninguna deuda con la sociedad. Por eso la bofetada que le ha metido Valerie Trierweilwer a un impertinente que le ha preguntado de mala manera por su exnovio, François Hollande, y que no se ha disculpado cuando la periodista se lo ha pedido, me parece bien dada. El receptor del tortazo ha demandado a la periodista por agresión. Si vale de algo, cuenta con mi absolución. 

Te puede interesar