Opinión

Candados del amor

Cada generación tiene sus formas de hacer público el amor que siente por su pareja y todo va ligado a las capacidades tecnológicas. En las anteriores se grababa un corazón y las iniciales en la corteza de un árbol con una navaja. Ahora se airean los amores en las redes sociales. El problema es que cuando se acaba no hay forma de borrar el rastro dejado. El modo más pretecnológico de certificar su estado enganchando candados en las verjas de los puentes, tiene al menos una ventaja sobre los métodos anteriores. Es el Ayuntamiento, como ha pasado en París, quien llega en ayuda de los desencantados y se lleva el recuerdo cuando cree que ponen en peligro la seguridad pública. Los otros ya se apañarán para volver a hacerse notar.

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