Opinión

Casa Leopoldo

A su mesa y entre sus azulejos y carteles taurinos solía sentarse a comer lubina y rabo de toro el detective Pepe Carvalho. ¿O sería su alter ego Manuel Vázquez Montalbán? ¿O sería al revés? ¿O ambos comían juntos, como amigos inseparables? Todas las combinaciones eran posibles cuando vivía el escritor. Ahora ya no lo será porque Casa Leopoldo, uno de los restaurantes barceloneses que más gustaban a MVM, ha cerrado. La capital catalana pierde otro de esos locales tradicionales de los que contribuyen a crear el ‘spirit of place’, a manos de la crisis económica y la proliferación de franquicias y restaurantes más apañados de precio. Viajeros, lectores y ‘huelebraguetas’ a tiempo parcial se han quedado sin lugar de referencia.

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