Opinión

Chulín

Ha habido la diplomacia del ping pong, la diplomacia del fútbol, la diplomacia de los panda…, cualquier excusa es buena para que dos países archienemigos traten de reconciliarse o mejorar sus relaciones bilaterales con encuentros deportivos o la cesión de animales y los líderes de sus países se llevan los pandas a casa, con una doble función, para regocijo de los visitantes de los zoos y para fomentar su reproducción en cautividad. Washington se han quedado sin los dos pandas que se podían ver en su zoológico porque han tenido que ser devueltos a China al cumplirse el plazo por el que habían sido cedidos. España también se benefició de la diplomacia del panda y los reyes eméritos se trajeron dos de su viaje a China en 1978, cuando se normalizaron las relaciones diplomáticas entre los dos países. De aquellos dos ejemplares nació Chu-Lin. O Chulín, de forma más castiza. A Madrid se le da bien la cría de pandas y hace un par de años nacieron otros dos que, si viven mucho, tendrán que ser enviados de vuelta a Pekín.

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