Opinión

Diplomacia de vino y pelota

Dice el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, que con su visita a Cuba trata de enterrar las últimas reminiscencias de la Guerra Fría, intento loable, cuando cada vez hay más signos de que se recrudece. Lo que sí parece claro es que una vez más se impone la “diplomacia del deporte”, como ocurriera con aquella del ping pong entre Estados Unidos y China, la primera vez que se utilizó. Ahora es la del béisbol o la del juego de pelota, como lo llaman los cubanos, y tan bien nos ha enseñado el ‘cervantes’ Leonardo Padura. Y nada mejor que el vino para comenzar unas buenas relaciones. Más todavía si el elegido es un ribera del Duero de unos quince euros, de tal forma que casi cualquiera puede beber un vino presidencial. Aunque Obama no lo probara.

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