La psicología y la experiencia demuestran que existen muchos tipos de jugadores, aparte de los anónimos, que se clasifican en función del tipo de actitud que adoptan ante el juego y que se manifiestan con toda su intensidad en la lotería de Navidad, en la que más se juega. Es difícil de determinar el número de apostantes que lo hacen porque se consideran estrategas, aventureros, supersticiosos o competitivos. Pero lo que no se puede negar es que la mayor parte de las personas juegan por envidia preventiva, para evitarse el disgusto de ser los únicos de un grupo, o de clientes de cualquier tipo de establecimiento, a los que no les habría tocado la lotería por no jugar a ese número. Y en eso se va una pasta, porque la lotería navideña en la que hay una posibilidad entre 100.000 que toque el primer premio se compra, en una parte, para compartir el número con familiares o amigos, pero el resto se adquiere por esa envidia corporativa.
