Opinión

El escondite

Ronda, ronda, el que no se haya escondido que se esconda y si no que corra”. Era la letanía con la que se cerraba la cuenta  de diez números por cada jugador con la que empezaba la búsqueda en el escondite, el juego infantil por excelencia, porque no necesitaba ni equipación, ni material específico, solo calzado, velocidad e imaginación para buscar el mejor lugar para no ser descubierto. Un pueblo italiano, Consonno, ahora un lugar abandonado, celebra el Campeonato Mundial de Escondite. Mientras en las calles del barrio el juego se desarrollaba a ras de suelo, en este caso vale escalar, camuflarse o trepar a los árboles. Los organizadores querían que fuera deporte de exhibición olímpico. España podría proponer “la meta” con chapas y el “gua”

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