Opinión

Everest

La candidata del PP a la presidencia autonómica de Madrid, Isabel Díaz-Ayuso, habrá visto encantada las imágenes de la ascensión de más de doscientos alpinistas en una sola jornada al Everest, dada su añoranza de los atascos nocturnos en las calles de Madrid. Nunca antes se había producido una situación semejante en el techo del mundo.  Una autopista de peaje. Un atasco con cinco muertos porque se quedan sin oxígeno en sus bombonas. El Everest se ha convertido en el Benidorm de los ochomiles con cordadas de todas las edades, una serpiente multicolor, como se decía del pelotón ciclista estirado en un puerto. El espectáculo de la masificación es ambivalente y se va a convertir en una escalada que puede morir de éxito, en algunos de los casos en sentido literal. 

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