Los periódicos en verano eran un oasis. La gran mayoría, y alguno queda, tenía un cuadernillo dedicado a desengrasar de lo que había sido el año político. En ellos podían encontrarse folletones como los de toda la vida desde que los periódicos comenzaron su difusión masiva escritos por novelistas de relumbrón, había series sobre viajes, capitales, artistas, entrevistas humanas…, que facilitaban que las vacaciones en la tumbona de la playa o en una butaca frente a la montaña se hicieran más llevaderas y más divertidas. Todo eso casi ha desaparecido por distintas causas y leer en el teléfono móvil no es lo mismo. Todo está tan serio y crispado que parece que no hay posibilidad de desconectar y dedicarse al dolce far niente. Desde hace años no hay ni serpientes de verano porque los periódicos están llenos de picotazos de alacranes que ocupan todas las páginas de la sección de política. En este caso cualquier tiempo pasado fue más ameno.
