Opinión

Inocentes

Como la realidad suele superar a la ficción el 28 de diciembre ha servido para confirmar que las andanzas del pequeño Nicolás no son una inocentada sino parte de la realidad real. O una inocentada tan continuada que ha perdido el efecto de broma para convertirse en un asunto de Estado. Un Estado de broma, lleno de inocentes a los que les han colgado el muñequito con distintas leyendas: parado de larga duración, enfermo de hepatitis C, investigador joven en movilidad exterior, subida del salario mínimo interprofesional tres euros al mes, que esa es de las mejores del año. La prensa seria ha dejado de colar informaciones falsas el Día de los Inocentes. Por razones obvias. 

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