Opinión

Locus Amoenus

Que descansada vida la del que huye del mundanal ruido, la de aquellos que buscan la paz y el sosiego entre el paisaje majestuoso de las altas cumbres. Que salutífero es para el alma y el cuerpo pasar unos días en los Pirineos, por ejemplo, hasta que un estudio del Centro Nacional de Meteorological Research, en Francia, revela que la calima del desierto que atraviesa España hasta llegar a otros países europeos contiene cesio y berilio y otras partículas radiactivas procedentes de los ensayos nucleares realizados por Francia en los años sesenta en el Sahara y que el polvo atmosférico que los contiene se deposita en las montañas pirenaicas cuando nieva. Que no se alarmen más los amantes de la alta montaña que los habitantes de las mesetas castellanas, porque ese polvo ha recorrido antes toda la Península cuando sopla el viento del sur. Menos mal que las pruebas nucleares francesas tenían solo un 0,017% de la potencia de las bombas nucleares de EEUU y la URSS.

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