Opinión

Morir y morir

En las residencias de mayores de Madrid murieron 7.300 personas que por distintos protocolos -hay quien los llama de la vergüenza- no fueron trasladados a un hospital y fallecieron en sus habitaciones asfixiados, agarrados a los barrotes de sus camas, en soledad, mientras exhalaban el último aliento. A la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, esa forma de morir no le parece extraña al fin y al cabo no se iban a salvar “en ningún sitio”. En las residencias, escasamente o nada medicalizadas, los trabajadores no tenían ninguna forma de paliar el dolor de los agonizantes. A Ayuso no le gusta nada todo lo relacionado con la pandemia y sus resultados que no sean los elogios a la libertad de tomar cañas, le falta empatía. Puede que tenga razón: los ancianos podían morir en cualquier lugar, dado que se encontraban gravemente enfermos, pero hay formas y formas de morir, y eso es lo que Ayuso no acaba de entender y por eso se pone como una furia.

Te puede interesar