Opinión

Muerto

Se ha contado muchas veces que en la persecución de un delito los investigadores siguen dos premisas esenciales: seguir la pista del dinero y “cherchez la femme”. Y cuando logran detener al o a los delincuentes, la obligación de estos es la de cargar el marrón al muerto si es que lo hay. Se celebra en estos días el juicio por la presunta estafa de Nueva Rumasa, en la que cayeron incautos que no sabían o que se olvidaron de lo que ocurrió con la Rumasa primigenia, o a los que les cegó la ambición porque sus promesas de beneficios eran mayores que los de otras empresas. En el proceso están siendo juzgados seis hijos del fundador del imperio caído, José María Ruiz-Mateos, que no han dudado de actuar como cualquier presunto delincuente que está incurso en un proceso, culpando al muerto -su padre- de todos los desaguisados que, por razones evidentes, no los puede desmentir. Nueva Rumasa resulto ser -presuntamente- una estafa piramidal de libro. Y la culpa es del muerto.

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