Opinión

Recuento

Hasta hace unos días había algo que era tan cierto como que el sol sale cada mañana, que el recuento de los votos en una noche electoral era una cuestión sacrosanta, que todo el mundo se iba a dormir sabiendo quién había ganado, quién había perdido y quiénes hacían una interpretación sui generis de los resultados. Pero nunca había sucedido que la asignación de escaños en las elecciones autonómicas y municipales estuviera equivocada y se produjera un baile de escaños o de concejales que altera mayorías y posibilidades de formar gobiernos. En León, Ibiza, Navarra, Cantabria y Castilla-León, por ahora se han producido variaciones que pueden cambiar el signo de ayuntamientos, facilitar unas coaliciones o entorpecer otras. Parece ser que la responsabilidad es de la empresa encargada de realizar el recuento que apuntaba los votos a un partido al que no le correspondían. Con lo revuelta que está la vida política española solo faltaba que una de las pocas certezas entrara en el terreno de las dudas.

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