Por un momento parecía que el tiempo no solo se había parado, sino que había retrocedido cuarenta días. Hasta el punto que la sesión de investidura del candidato Pedro Sánchez pareciera por momentos una repetición de la fallida sesión de investidura del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, porque algunos portavoces parlamentarios dedicaron casi tanto tiempo a valorar las palabras de Sánchez y a exigirle el cumplimiento de los pactos sellados con ellos como a zumbarle al presidente popular, sobre todo, o casi todo, por sus pactos con Vox y por lo que hizo o dejó de hacer en su etapa al frente de la Xunta de Galicia y desde que llegó a Madrid para hacerse cargo del partido de la calle Génova, tránsito en el que perdió la vitola de moderado por el camino. Lo que no se le puede negar a Feijóo es aguante porque no podía defenderse y sufrió el chaparrón sin el paraguas que suele acompañar a los gallegos en sus paseos.
