Opinión

Salir del sótano

Los directores de museos son los nuevos enfant terrible de la cultura. Tan terribles que son capaces de encerrar en sus almacenes obras que a su calidad artística unen un valor simbólico. Por ejemplo, a La Montserrat de Julio González, con todo lo que representa, la tenían hace un mes en el sótano del Steledijk de Amsterdam. El “Abrazo” de Juan Genovés, símbolo de la amnistía de 1977, también estaba en el sótano del Reina Sofía. El patronato del museo ha decidido cederlo en préstamo al Congreso para su exposición permanente. La iniciativa partió del exportavoz de IU en el Congreso y secretario general del PCE, José Luis Centella, que ha demostrado más sensibilidad artística y política que quien lo mandó a las catacumbas. 

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