Opinión

Yoga

Aestas alturas de la historia nadie va a venir a darnos lecciones sobre las bonanzas de la siesta, la costumbre de echar una cabezadita después de comer repantingados en el sofá, por mucho que cada vez más estudios científicos realizados por universidades de otros países vengan a ratificarlo, o que distintas sociedades médicos aconsejen su práctica, o que incluso grandes empresas obliguen al sueño reparador de sus empleados porque además de proporcionar beneficios cardiovasculares sirve para aumentar la productividad, que es lo que de verdad les interesa a los amos del universo. Para aquellos que tienen jornadas maratonianas seguidas o partidas pero que no disponen del mencionado sofá, nada del pijama y orinal celiano, las vacaciones de verano son el momento ideal de practicar el yoga ibérico, si las moscas no lo perturban, por un espacio de treinta minutos como máximo. Treinta, porque si son cuarenta el efecto reparador cardiosaludable parece que se pierde. Ni en vacaciones se puede prescindir del reloj: ni para echarse la siesta.

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