Opinión

Apuntes para recordar

Siguiendo con las historietas, anécdotas y memorias de los 60, os dejo estos apuntes probablemente familiares aún para muchos, a pesar de los lustros intercalados entre aquella época y nuestros días.


Ancestrales matanzas del cerdo.

Nada se parecían a como se hacen en la actualidad, aquellos encarnizados sacrificios de los cerdos; pero era necesario que así fueran; no se conocía otro medio, era la fuerza bruta y el cuchillo, reduciendo al animal entre varias personas. Cualquier manera de matanza es cruenta, y esas no lo disimulaban. En los alrededores de Orense era habitual en las frías mañanas de invierno escuchar los gritos de los bichos al ser sacrificados, siempre lacónicos en el silencioso amanecer, que provenían de varios lugares a la vez.

El silencio siguiente siempre era indicativo de que la fiesta del “desguace” comenzaba. La carne del animal tenía y tiene un aprovechamiento integral; la forma de obtenerla era, desde luego, ancestral, inhumana y desagradable. La crianza a modo particular, y luego la matanza, eran una forma de hacerlo en aquellos tiempos, que va quedando en el recuerdo.


El “parte” de Radio Nacional.

Era una época de la historia en que la locución de los “partes diarios” de RNE a las 2,30 suponían la única información “autorizada”. En ese momento, mientras se reposaba el yantar había que escuchar el consabido “parte”, para saber qué inauguraba el Caudillo, o qué órdenes daban los que mandaban. La radio de la época centraba su programación mayoritaria en la política de aquel gobierno, para los hombres; la radio-novela, para las señoras; o la religión, para ambos sexos.

Porque el papel de la mujer estaba limitado en los años 50 a su rol de ama de casa diligente, madre amantísima, o esposa dilecta; otra cosa no le permitían ser, salvo excepciones; la igualdad aún la tenían lejos. Y el hombre asumía el principal papel de cabeza de familia para todo lo demás. También para escuchar y asimilar la transmisión de los informativos de Radio Nacional de España.


Los primeros viajes a Samil en 600.

Empezaban a correr los años 60, en que algunas familias orensanas privilegiadas, de la clase media hacia arriba, llegaban a adquirir un “utilitario”. Y tras mostrarlo a familiares y amigos, uno de los primeros “importantes” viajes-excursión se hacía a la playa de Samil. Daba igual el número de ocupantes que con el matrimonio viajaban; a veces los abuelos más dos hijos, más un primo de los niños. Era igual, había sitio para todos.

Además había que llevar la lógica vianda: una amplia empanada, los filetes, las tortillas, pimientos fritos, fruta, varias barras de pan, etc. Y las consabidas neveras con las botellas de vino y la gaseosa; también la cesta con la vajilla de plástico, más la mesa plegable y las sillas para comer toda la familia bajo la sombra de unos pinos cercanos a la playa, sin olvidar un par de sombrillas, las toallas y las raquetas.

El viaje comenzaba a las ocho de la mañana de cualquier domingo y duraba dos horas y cuarto, hasta llegar entusiasmados a la playa. El regreso se iniciaba a las seis de la tarde, para merendar en el camino de vuelta, en un aparte de la carretera, todos de pie y al lado de una fuente, antes de entrar “victoriosos” en Orense a las diez de la noche, más cansados que el asno de una trilla, y descargar el utilitario.

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