Opinión

Flashes históricos

No se pretende que estos referentes sean “lamentos de ranciedad pasada”. Solo he querido avivarlos un poco y que despierten el motivo de comentarios entre quienes los han conocido in situ, y entre aquellos que no habiéndolo vivido, simpatizan con estas pequeñas historias de nuestra ciudad, de las décadas de los 50-60.


La avenida de los enamorados (1953). Se abrió como consecuencia de la Estación Empalme. Hacía honor a su nombre hasta que se urbanizó del todo (avenida de Marín). Por un lado, la verja del tren, por el otro, todo viñas. Era lugar adecuado para las parejas aquerenciadas.


El queso americano y la leche en polvo (1955). Aquellas migajas de ayuda yankee a España (Plan Marshall) tuvieron poco eco popular en Ourense. Se distribuía en escuelas públicas, Frente de Juventudes, asilos de ancianos, etc,. y donde el gobernador civil quería. No se parecía nada a nuestra leche de vaca y el queso del país, pero “decía bonito”.


La Casa de Baños. A pocos metros de As Burgas, aprovechaba su propio manantial de agua caliente para ofrecer un eficaz aseo a los usuarios. Al escombro se fue el edificio, y con él, las preciosas bañeras de porcelana con grifería de gran estilo.


Los soldados del cuartel. Del Regimiento Zamora-8. Daban una imagen de monótono y característico colorido “caqui” a la calle del Paseo y la zona de vinos entre las cinco y las ocho de la tarde. Se sabe que los soldados catalanes trajeron el baloncesto por primera vez a Ourense.


Noches de títeres. Frecuentemente se producían en todos los barrios. Los modestos payasos y equilibristas hacían lo que podían para entretener a un público heterogéneo sentado en bancos de madera. Luego aparecieron los Hermanos Tonetti, y su carpa en la Alameda. Un salto de calidad en los espectáculos ambulantes.


El “permite”. Aún existía en los 50. En pleno baile con una moza, se acercaba otro galán y, eso sí con “respeto y chulería”, te la arrebataba solo con un “permite”. Había pasodobles en que la chica bailaba “por consecuencia” con media docena de galanes.


Los billares del Xesteira. Maté y Fábregas hoy pasarían desapercibidos. En los 50 estos dos billaristas ourensanos de rango nacional eran ejemplo de deportistas de élite que exhibían sus carambolas a cuatro bandas en la sala Xesteira, justo encima del cine.


Dos concellos. Orense y Canedo se habían fusionado en 1943, a propuesta de los segundos. Parece que era una necesidad mutua teóricamente, porque en la práctica, aún en los años 50, los de la margen derecha del Miño no estaban del todo satisfechos con tal fusión.


Todos estos encabezamientos son el reflejo pasado de que Ourense nunca fue una ciudad plana, sino muy activa, entrañable y sensible.

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