Opinión

Lembranzas pasadas

Cuando me propongo escribir estas remembranzas del Ourense de ayer, lo hago solamente de aquellas vivencias y personajes desaparecidos en el tiempo, pero además con características populares y urbanas. No de figuras relevantes, que por ser sobradamente conocidas ya se las recuerda en otros foros.

Los cerdos por el Progreso (1950). Pintoresco pero real. Los llevaban en manadas por toda la calle hacia el campo de la feria, a la sazón en Os Remedios, generalmente de madrugada. ¿Quién se lo imagina hoy?

Odilo, el limpiabotas. En la Plaza Mayor, desde su banquito frente al Ayuntamiento, era “cronista mudo” de cuanto en la plaza y en el Concello ocurría. Se decía de él en leyenda urbana que era poseedor de un “extraordinario atributo” y por tal cualidad era sobradamente conocido.

Las exhibiciones de Elías Carnicero (1960). Un chico un tanto excéntrico que combinaba el patinaje sobre ruedas con piruetas en bicicleta. Hacía las exhibiciones esporádicamente en el barrio del Puente o Jardín del Posío. Tenía un gran número de espectadores.

La gran riada del Barbaña (1945). Escenario: puente de Ervedelo (más bajo que el actual). El río arrastraba de todo: árboles, animales muertos, muebles, etcétera. Mucha gente con ganchos y cuerdas trataba de 'pescar' desde el puente cuanto podía recuperar y apropiarse. La escasez económica agudizaba el ingenio.

La Expo del Posío (1955). A muchos hoy ni les suena. Se montó como plagio de la Feria del Campo madrileña. Utilizaron las cuatro calles adyacentes, cerradas al tráfico de la época. Se llamó Exposición Agropecuaria Ganadera e Industrial. Fue un verdadero acontecimiento .

Manolita Chen (1958). Esperado teatro ambulante de variedades que venía siempre a las fiestas. Sus vedettes levantaban pasiones, con la Chen como primera bailarina. Muchos años después se supo que la tal Manolita era un hombre. El mito de supermujer se derrumbó. Fue un travestí adelantado en el tiempo.

Librería Resvié. Además de La Región, suponía un referente en las herramientas culturales. Estaba en la plaza Mayor, y el librero era Don Adolfo Resvié, un afable, educado y pulcro señor impecablemente vestido siempre con traje negro, de modales sutiles y tono de voz casi imperceptible.

El vinatero de Cariñeña. También llamado el Tío de la Bota. Aparecía por la ciudad una vez al año (también en fiestas). Se situaba en la Alameda detrás del templete, con su caseta. Vendía al público un exagerado garnacho vino aragonés tentador, y la gente lo llevaba en garrafas. Basta que viniera de fuera.

Luis Xesta (1956). Popularmente conocido por sus anécdotas. Los ourensanos sabían quién era el bonachón de Don Luis. Profesor de dibujo en la calle Santo Domingo, 58; calzaba las mesas de diseño, para nivelarlas, con billetes de 100 pesetas plegados. Cobraba a los alumnos según ingresos familiares. Le fue concedida la Medalla al Mérito del Trabajo.


Esperamos que estas evocaciones con cierta carga de saudade, tengan el efecto de provocar una sonrisa en el lector. Son pintorescas estampas de ayer.

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