Opinión

Lo urbano en pinceladas

Continuamos haciendo referencia a situaciones que en principio nos dicen un poco cómo y qué era lo que ocurría en los 50 en nuestra ciudad. Seguramente narraríamos con más de detalle cada uno de estos curiosos pasajes. No es la pretensión.

Los palcos de las orquestas. Por aquellos años, los palcos de actuación de las orquestas en las fiestas de los barrios se hacían de madera, tabla a tabla, por los carpinteros. Según la categoría de la orquesta y el número de músicos, así se construían por encargo de la correspondiente comisión de festejos. Por ejemplo cuando el grupo orquestal se componía por muchos músicos, como era la celebre Rambals, el palco se presentaba a dos niveles, lo cual a priori parecía que le proporcionaba ya “más categoría” incluso a la propia fiesta. En previsión de la descarga de una chupa de agua, se tenía preparado un toldo que no se llegaba a colocar si no era necesario. Y cuando se acababa el folclore festivo, al día siguiente, se desmontaba el tinglado de madera. ¡Cómo han cambiado esas cosas!

Cuando la ropa se lavaba en el río. Aquella panorámica se veía diariamente en las orillas de ríos y regatos con lugares adecuados para que las mujeres hiciesen la colada. Casi todas disponían de “cajón para arrodillarse y tabla de lavar”, que previamente se habían llevado de casa, para hacer la incómoda faena un poco más llevadera. Las márgenes del Miño, como también las del Barbaña, apropiaban escenas típicas y curiosas de grupos de mujeres arrodilladas al pie del agua, desde muy tempranas horas de cada día, para disponer de buenos puestos. La colada tenia varias fases, el “enjabonado, clareo y luego el lavado” (ahora todo eso ni nos suena, porque lo hace de corrido la lavadora), y finalmente la ropa la colgaban de unos tendales que entre varias “lavanderas” improvisaban con unos palos y unas cuerdas para llevar la ropa seca para casa..

La llegada de Fátima. Un poco antes de los 50 llegó la Virgen de Fátima a la ciudad. Se le hizo un recibimiento multitudinario desde su entrada por Mariñamansa, a donde llevaron miles de niños de los colegios, equipados con la correspondiente banderita de España. Acudieron de forma masiva los orensanos y los de los pueblos del entorno. Tengo idea de que en el acontecimiento estaba presente el Padre Peyton, que no se cansaba de aconsejar por altavoz el rezo del rosario en familia. La imagen de la Virgen, hecha por un artista portugués, y realizada con madera de cedro procedente de Chile, fue donada por Doña Elena Suárez, una ferviente adoradora de Fátima, orensana residente en el país vecino. Su primer destino fue la Capilla del Santo Ángel del Couto, por no estar hecho el Santuario, que aún se inauguró en 1962, lugar a donde pasó definitivamente la imagen.

La radio Pirenaica. Aquella clandestina Radio España Independiente era en su mejor época, la preocupación de Franco y los suyos, y el regocijo de los contrarios por la verborrea política de sus locutores. Debido a la orografía orensana, tampoco es que se oyera demasiado bien, pero sin duda fue un referente en las restringidas y censuradas comunicaciones de aquellos años. Escuchar a Dolores Ibarruri “la Pasionaria” en sus proclamas y monólogos radiados, suponía un atrevimiento que podía costar caro. Decían que estaba ubicada en el sur de Francia y cambiaba de lugar continuamente para que no le “echaran el guante”. ¡Y cuidado que no te pillaran oyéndola! Las consecuencias podían ser imprevisibles. Aunque lo mas curioso era que para enterarse de todo, la escuchaban “unos y otros”.

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