Opinión

Ni azules ni rojos, policías

Aquellos que nos aplaudían cuando restablecíamos el orden público en Cataluña, en las “marchas por la dignidad” o en cualquier manifestación que se desarrollaba fuera de los cauces pacíficos, hoy, careta fuera, nos señalan y se ponen del lado de los alborotadores urbanos. Lo hacen, simplemente, porque la mayor parte de sus votantes son los que ahora lanzan sus soflamas y su carga de ira contra los agentes, en lugar de buscar otras fórmulas para expresar el descontento instalado en la sociedad contra los acuerdos de investidura. 

La Policía actúa bajo el imperio de la ley y, salvo excepciones muy contadas y particulares, todas las actuaciones policiales se ajustan a los principios de congruencia, oportunidad y proporcionalidad. Los sindicatos policiales llevan tiempo solicitando la dotación de cámaras individuales que garanticen, a la ciudadanía y a los propios agentes, seguridad jurídica ante cualquier denuncia falsa y a través de las cuales se puedan poner a disposición de la autoridad judicial la secuencia íntegra de vídeos o imágenes de una intervención la cual, sacada de contexto, puede parecer desproporcionada e indiscriminada pero que, tras disponer de todos los elementos de prueba, pone de manifiesto el gran temple desplegado por los actuantes. Ningún agente de la Unidad de Intervención Policial (UIP), que lleva 15 días fuera casa y que desconoce cuándo abrazará a sus hijos, se juega su pan y el de su familia extralimitándose en sus funciones, sabiendo además que su intervención está siendo retransmitida en directo por decenas de terminales móviles y que la fiscalización no solo será judicial sino mediática por parte de mañaneros expertos en el uso de la fuerza.

Al igual que sucede con los hinchas ultra de los equipos de fútbol, existe un puñado de personas que aprovechan la masa y el anonimato que dispensa la turba como excusa para cubrir ciertos déficit que alberga su vida diaria, supliendo, con un falso sentimiento de pertenencia, problemas de la realidad más cercana. Para algunos de ellos, el fútbol o las reivindicaciones de las manifestaciones quedan en un segundo plano. Afortunadamente, los servicios de Información de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado tienen muy controladas a estas personas, pudiendo anticiparse a sus movimientos y diseñando dispositivos de seguridad acordes al riesgo previsto.

Muchos de los compañeros que apoyaron con su sufragio al partido de la extrema derecha en las últimas elecciones generales, están mostrando su desencanto por cómo algunos líderes de Vox arengan estos días a los manifestantes, poniendo a la ciudadanía en contra de la Policía Nacional. El discurso de que el responsable político de turno está detrás de cada actuación policial no es congruente y no se ajusta a la realidad; que policías son infiltrados en las protestas para causar disturbios significa un insulto a la inteligencia. 

Cada policía tiene su propia ideología, pero cuando se enfunda el uniforme, esta queda aparcada. No somos ni rojos ni azules, somos policías a tu servicio las 24 horas del día.

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