Opinión

¿Amnistía? ¡No! Es una autoamnistía

Tras las elecciones legislativas del 23 de julio, ganadas por el PP, aunque sin la suficiencia para formar gobierno, el PSOE sanchista se rearma con todo el arco parlamentario de la izquierda e independentistas y logra lo que no había conseguido en las urnas. Sí, sí, estamos en una monarquía parlamentaria. Aunque precio de tal logro lo pagamos todos los españoles. Concesiones, que parecían imposibles hasta el día electoral, se hicieron realidad después, para alumbrar un Gobierno de conveniencia, otro Frankenstein. Pero muchas de esas concesiones, y las que te rondaré morena, requirieron y requieren explicaciones difíciles de entender y digerir. Mientras se fraguaba el acuerdo para el pago a los independentistas, con sus respectivos sesudos relatos y argumentarios, se convocan las elecciones gallegas, se celebran con los resultados que todos saben. Y en estas, los socialistas gallegos pincharon, más bien tuvieron un reventón. Y digamos que, si no se convirtieron en un partido residual en Galicia… pues semeja tal cosa. ¿Fue fruto este resultado del castigo a los socialistas por todas las concesiones hechas para continuar en Moncloa a cualquier precio, amnistía incluida, aparte del desembarco de ministros socialistas durante la campaña para recordarlo? 

Estoy ante el ordenador, cuando ya pasó el trámite de la Comisión de Justicia del Congreso la futura Ley de Amnistía y a punto de que el Congreso apruebe la proposición de la Ley de Amnistía. El ministro de Presidencia, y también de Justicia, se adelantó, vendiéndonos la ley de esta guisa: “Es una ley que hoy empieza a hacer historia”. ¡Qué salida de pata de ganso del súper ministro! Hasta ahora, el que suscribe consideraba la historia más imaginativa que los hombres. Este ministro toma la imaginación como el arte supremo de engañar a bobos. Una amnistía traducida en arte de borrar delitos, echar por tierra el trabajo de las fuerzas del orden y desprecio al Poder Judicial. ¡Impunidad judicial! Y pregunto: ¿se le pidió a algún español el voto el 23 de julio para una amnistía? ¡No! ¿A quién interesa la amnistía? A un fugado de la Justicia, a delincuentes y a Pérez-Castejón con su séquito, este para mantenerse en Moncloa. ¿Queda algo por decir referente a la amnistía? Que extiende la desigualdad entre los españoles, por la exigencia de los siete votos. Hablemos pues de una autoamnistía.

“Cuando hables procura que tus palabras sean mejores que el silencio”. Haciendo caso a esta máxima no iba a decir ni mu, pero no me permite la conciencia la inacción en el proceder donde el Gobierno de España me ha (nos ha) mentido hasta el corvejón, evidenciando que le importa un bledo pasar de prometer a los españoles que traería al prófugo de Waterloo para ponerlo a disposición de la Justicia, a amnistiarlo con un texto de su confección y a su medida, una autoamnistía. Concedida la autoamnistía ya se argumentan los Presupuestos para hacer de la necesidad virtud, condonaciones y a continuación está anunciado hablar seriamente de la autodeterminación. ¡Volverlo a hacer! Todo a su momento, servido a fuego lento, sin prisa pero sin pausa, que la legislatura son cuatro años y se llevan poco más de los cien días.

¿Cuándo los españoles nos “sacudiremos la pereza” y “nos pondremos a las cosas”?, como decía Ortega. Y recuerdo esta cita porque “¡Seguimos!” era el verbo de los tuiteros separatistas. ¡Hablamos de amnistía! ¿Pero de qué amnistía hablamos? De la que beneficia a unos poquitos, a medida de esos poquitos y al dictado de esos poquitos. Es la amnistía que perdona casi diez millones en multas a independentistas, dinero que regresa a las arcas de instituciones independentistas, y la vía unilateral está más viva que nunca, porque observan la debilidad sanchista. ¡Es una autoamnistía!

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