Opinión

¡Ay... De las cuñas navideñas!


Como cada año, al comenzar el mes de diciembre nos contagia el espíritu navideño. Es adentramos en las celebraciones y vivirlo con más intensidad. ¡Hasta semejamos más comprensivos, humanos, más condescendientes con el prójimo y hasta nos comportamos diferente…! En cualquier caso, no deja de ser una observación con tinte personal, que la generosidad oportunista también existe. Pero, y además este año, la política –siempre tiene que ser la política- lo está contaminando todo; resta protagonismo al espíritu navideño, incrustándose en tertulias, los medios informativos abren con la política y no precisamente con noticias solidarias. El pretexto justificativo para la ocasión es el de las elecciones que, aunque ya en julio, debido a la tardanza de la investidura del presidente de Gobierno, ahora no caben los cien días de cortesía, que serían suficientes para respetar ese conocido espíritu. Ni cortesía ni espíritu. La política los contamina.

Ya bien entrados en diciembre y la prensa local y nacional se hace eco de que “Sumar amenaza con denunciar a Podemos por transfuguismo”, lo que conlleva a que Podemos y Sumar se distancien de un pacto para las elecciones autonómicas en Galicia. ¡Qué malas cuñas! El 13 de diciembre toda la información gira sobre el trámite de la proposición de ley de amnistía que, mientras echa a andar, los independentistas catalanes de ERC y Junts apuntan a querer más, al referéndum. ¡Van más allá! Insaciables también por Navidad, a sabiendas de la debilidad del presidente del “bloque progresista” para mantener su rango y le aguan las fiestas. Echando la vista atrás, recordamos aquel diciembre de 1978, cuando aprobamos la Constitución. El fin y los medios eran diametralmente diferentes a los actuales: 1) El fin suponía y supuso abrazar el consenso acogiendo el disenso, en un marco de entendimiento. 2) Los medios fueron los políticos de la transición, políticos formados, sin componendas, que sabían lo que querían y, entre otras muchas aptitudes, no mentían ni cambiaban de opinión interesadamente. Políticos con visión de Estado y del interés general.

En cualquier caso, y si no fuera suficiente, llama mi atención la guerra fratricida de Podemos y Sumar. Ni espíritu navideño ni farrapo de gaitas. Aquí cada uno a lo suyo. Haciendo bueno que no hay peor cuña que la de la misma madera que, llevado al terreno político familiar, significa que no hay peor enemigo que un amigo, familiar o alguien del mismo oficio. Podemos y Sumar son del mismo oficio y ostentan la misma paternidad. ¿Quién puede dudar que por ahí no va a agrietarse el autodenominado “bloque progresista”? El peor enemigo es el que ha sido amigo o pariente, pues es conocedor de las debilidades. De hecho, para que la cuña apriete debe ser del mismo palo.

Pensándolo bien, ¡sin espíritu navideño! Nadie nos lo debiera hurtar. Articulen cuñas para dar dolores de cabeza al Gobierno, aun en este tiempo, que bastantes méritos atesoran; pero que no desvirtúen la convivencia. Y la conveniencia personal disfrazada de interés general no encaja en el espíritu navideño, nos embarga. Se tramita la ley de amnistía, bajo pretexto de garantía de hacer de la “necesidad virtud”. ¡No!, no es virtud dividirnos, aplicar la inequidad, amnistiar a delincuentes, enfrentarnos entre iguales. Que no nos distraigan de ningún espíritu, cuando más toca celebrarlo. Que jueguen a las cuñas, se entretengan y se las queden. Yo, en cambio, me quedo con la letra de la canción “Gente luminosa”: “Me quedo con quien escucha atentamente mi desahogo, con quien procura mi bien, con quien se queda a pesar de todo...” (El Arrebato).

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