Opinión

¿Convivencia o conveniencia y validar qué?

Tras las primeras elecciones en las que va a gobernar –en coaligada unión- un partido que no ha ganado las elecciones, con la explicación no exenta de realidad de que ha conformado un “bloque de mayoría progresista”, eso sí, como cada una de las muchas formaciones de ese bloque es hija de su padre y de su madre, con intereses hereditarios antagónicos, ya se puede decir… pues aquí paz y después gloria, y pónganse manos a la obra. ¡Ahora bien! Después de todas las declaraciones del presidente del Gobierno, primero como candidato a la investidura tras el 23J y ya después como investido, tratando de convencernos de la bonanza, beneficios y generosidad de amnistiar, pactar con Bildu y ahora el fichaje de un intermediario-verificador internacional, a mí me curiosea una pregunta: ¿Convivencia o conveniencia y validar qué?

Cuando a la trabajada conveniencia para ser presidente se le justifica por amor a la convivencia, no sólo se le está mintiendo a las claras y a la cara a todos los españoles –independientemente de que haya quienes se lo quieren creer-, a todos los estamentos sociales, sino también que se nos está tomando por parvos. Y cuando a la manifiesta sumisión ante los independentistas se le pasa a denominar reconciliación –sin que se hayan arrepentido y amenacen con volver a hacerlo-, no sólo nos están mintiendo y tomando por parvos, sino que intenta ridiculizarnos y haciéndonos sentir culpables de las consiguientes protestas de la ciudadanía. Y todo porque una cosa es lo que la ciudadanía opine, desee y vote, y otra que sus elegidos representantes políticos, una vez en el Congreso, decidan qué hacer ante la conveniencia metamorfoseada del “supremo jefe”. ¡Pero eso no es socialdemocracia, es sanchismo!

Si la conveniencia (¿democrática?) bajo la excusa de un interés general de convivencia y de solidez (¿democrática?) ya no son entendibles a la luz natural de la neuronas humanas sin intereses políticos propios, lo que ya no admite parangón es que para verificar y validar todo ese tinglado en el que se ha convertido el embrollo de la amnistía por conveniencia a delincuentes… se requiera de un verificador internacional fuera de España y de la UE, cuando los partidos en liza son españoles. ¿Entendible, no? ¿Qué no es entendible? ¡Pues claro! No solo se trata de un verificador de un país donde se encuentran limitados los derechos fundamentales, sino que se sientan a la mesa representantes del Gobierno de España con un partido independentista. Es como mentar la soga en casa del ahorcado. Saben de varios modos de faltar a la verdad con elocuencia para justificar acuerdos de trastienda.

Escribiendo estas líneas salta la noticia de que el otro partido independentista catalán (ERC) también exige más de lo mismo, con otro validante verificador. ¡Estamos locos! Bueno, al menos, aparece mi idolatrado Neme para recordar lo de “Un agravio consentido es otro venido” y “Lo demagógico que es apelar a la convivencia cuando esta se fundamenta en la discriminación”. ¡Pues eso! El pensamiento de Madariaga según el cual “Quizás sea el pueblo español el único pueblo que tenga una leyenda desfavorable de sí mismo”, porque practicamos la “Mentira sistemática cuando es necesaria como único medio que tenemos para sobrevivir” (Groucho Marx), vuelven a aflorar. España se repite y en la repetición estamos, pero no es momento de repasar la historia.

Te puede interesar