Opinión

La realidad es otra

 

 

Distinguidas señoras y señores y, cómo no, de mi máxima consideración: “De buenas intenciones está empedrado el camino del infierno” (la Biblia). Y yo, buenas intenciones, las observo a diario. Y más en el oportunista momento que escribo estas líneas, acabado el año y empezando uno nuevo, y con los Reyes Magos de Oriente a la puerta de la esquina, para hacer la delicia de niños y mayores. Cuando niños, nos la prometían y nos la prometíamos felices ante la llegada de los Magos, con la condición de si nos habíamos comportado bien; nada se decía de las buenas intenciones, solamente veíamos que unos niños tenían mejores y más regalos que otros, sin saber a qué obedecía. Ya van diluyéndose las buenas intenciones, las promesas se convierten en escepticismo en el sentir de muchos. Surgen nuevas necesidades para el año entrante. ¡Qué delicia leer el artículo de J. M. de Prada, titulado “Frágil Navidad”!: “En el empeño por sustituir el belén por el árbol, hay algo más que el decaimiento de la fe, hay también un decaimiento humano”. ¡Pues sí!

La realidad objetiva que nos rodea, la que convive entre nosotros, es otra. ¡Y no es por ausencia de intenciones! Es por voluntades. Las intenciones se metamorfosean en ganar voluntades a cualquier precio. Para demostrarlo, tomo prestados unos cuantos datos ilustrativos, en forma de números, del siempre bien informado Benito Iglesias, en cifras que debieran lastimar la conciencia de todos y dejarnos trasquilados. Observen, si no, que mientras el Parque Móvil del Estado (PME), vinculado a un récord de ministerios sanchistas (22), llega hasta los 691 vehículos… ello se traduce en casi 48 millones de euros en inversiones en coches oficiales, más los 833 chóferes oficiales, etc., choca dolorosamente con las informaciones de que “Cada vez más hogares llegan a final de mes con dificultad”, “Cruz Roja atendió a 360 familias con niños en situación de emergencia social” sólo en Ourense o que “La inflación también impacta a las campañas navideñas: se dona menos”. Entidades sociales como Amencer o el Banco de Alimentos apuntan al descenso de las aportaciones solidarias en 2023. ¡Qué contraste señor mío…! Neme exclamaría: ¡De qué espíritu hablamos, es la política!

Comienza un nuevo año y es el momento que, tras los regalos de Reyes, reivindicarle equidad a esa nueva generación de políticos que, tras los tres procesos electorales a celebrar en el 2024, van a tener la responsabilidad de hacernos “posible lo necesario”. Y ya que en cualquier programa electoral, ya se trate de convocatorias locales, autonómicas, nacionales o europeas, la economía, el empleo y las políticas sociales son los ejes vertebradores y transversales de los programas, una propuesta sería no aumentar el gasto público –¿invertir?, el nombre es lo de menos- en locomoción, asesores, chóferes, campeones en ¡ministerios!, sin antes hacer un esfuerzo para atender a las familias y a la gente que se encuentra en dificultades, y cuáles son esas causas, tras análisis de la situación. Debemos priorizar. Al paso que vamos, sea Cáritas, Banco de Alimentos, Cruz Roja… se van a topar pronto bloqueados.

¡Sí! Es la política. Ya que si los datos del IGE nos indican que el 37% de las familias ourensanas llegan al final de mes con dificultades y, sin embargo, la media de ingresos mensuales en los hogares ha crecido en casi 500 euros en la última década, pero no cubren las necesidades básicas… ¿Ustedes conocen la realidad de la inflación? En estos momentos la inflación -el impuesto que más grava a los pobres- en España es de las más altas de Europa. Y por encima gastamos y repartimos en cuestiones que no aportan valor añadido. Pero llevan a la Moncloa.

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