Opinión

Propuestas y pacto... O ¿venderse?

Claro que llevamos unos años en los que no es posible gestionar un gobierno fruto del bipartidismo imperante, tras el alumbramiento de la democracia en España. Aquellas voces interesadas del fin del bipartidismo se las prometían muy felices con aquel final. Hoy nos encontramos con otro bipartidismo, el de bloques; donde a la derecha está el PP más ese “otro partido del que usted me habla”, y a la izquierda una amalgama de partidos –parece que más de veinte-, cado uno fruto de su padre y madre políticos, y al que a cada uno de ellos hay que darles de comer aparte un menú diferente. Y es con esta amalgama con quien se mueve, como pez en el agua, Sánchez Pérez-Castejón; le da a cada uno su plato favorito, sin mediar el precio, a cambio de garantizar su estancia en Moncloa que, conocidos los antecedentes, no le disgusta en absoluto.

Ante semejante situación, ¡me parece muy loable… y atrevido!, además de cumplir escrupulosamente con la manida por repetitiva frase de que hay que hablar, dialogar, incluso hasta después de haber perdido las esperanzas, la reunión de Núñez Feijóo con el presidente del gobierno en funciones. Fijar posición, marcar terreno y discurso…, al menos son criterios que los españoles deben conocer de un candidato a la investidura, y ante esto sólo decir “chapeau” por la petición y posterior visita del candidato al presidente en funciones. Sí, hasta después de haber perdido las esperanzas. ¡Qué pernicioso sería perder las esperanzas en política!, sobre todo cuando está en juego la gobernabilidad de un país. Y, además, lo autoprogresista que es hablar, dialogar. Eso sí!, conociendo a Sánchez Pérez-Castejón, éramos legión los que barruntábamos, que la visita con las propuestas y pacto, fuesen de la naturaleza que fuesen, serían un brindis al sol. Para el inquilino de la Moncloa volver a venderse –le llaman entenderse- no le resulta ajeno.

Uno acudió a la cita con los deberes hechos, antes de intentar la investidura. El otro a cumplir el trámite de escuchar, con la mirada y el subconsciente puestos en los secesionistas. Y, casi sin acabar el encuentro, los secuaces ya estaban con las pilas cargadas para desacreditar la reunión. La vista ya está puesta sobre cuánto va a costar reeditar otro Frankenstein. Sánchez, que ya tienen decidido “preferir rubricar sus acuerdos con los secesionistas” (La Región), le importa un bledo la equidad entre todos los españoles. Con lo cual sólo existen dos alternativas para la gobernabilidad de España: 1) La garantizada con la aquiescencia de los dos grandes partidos nacionales, como dio a conocer Feijóo; y 2) La gobernada al albur de los independentistas, que cada vez elevan más su precio.

Todo parece indicar que Sánchez tragará con todo, sometiéndose a las exigencias de los independentistas, para cuya finalidad sus secuaces ya le están preparando el terreno; son los mismos que un día sí y otro también están con la retahíla de la soledad del candidato ganador de las elecciones. Bastaría decir “mejor estar sólo que mal acompañado”. Por lo demás, no hay mejor síntoma de normalidad democrática que, el ganador de las elecciones, solicite la visita para trasladar sus propuestas al otro aspirante, siendo como es, presidente en funciones. No hay más ciego que el que no quiere ver. Pero hoy todos sabemos la alternativa de Feijóo, con los seis pactos de Estado y convocatoria de elecciones a los dos años. Siempre sería menos cansino que convocarlas a tres meses vista y con menos carga de inequidad territorial. Los secesionistas ya le han cogido la aguja de marear y la de extracción de la sangre a los demás españoles, a través de Sánchez Pérez-Castejón.

Y como el tiempo de rebajas nunca viene sólo, sale de la chistera el Lendakari con la propuesta de la plurinacionalidad, con lo de España como nación de naciones, y se consagre la bilateralidad de las relaciones con Madrid. ¿Cabría mayor despropósito entre todos los españoles, en aras a la igualdad entre españoles e incluso por la convivencia?

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