Opinión

Reflexión política sanitaria y pragmatismo

Cuando hace unos días leí, en el pleno de la Diputación, el “Expediente de Honra a José Quiroga Suárez”, médico y político, con motivo de la concesión honorífica de “Fillo predilecto da provincia de Ourense a título póstumo”, destaqué la confirmación teórica, ratificada por Rudolf Virchow –médico berlinés, histopatólogo-, que justificaba la habitual dualidad médico-político de la época con su: “El médico es a sus pacientes lo que el político a sus ciudadanos”. Es decir, salud y bien común, respectivamente. Política y sanidad retroalimentándose en un binomio simbiótico interdependiente y en constante contestación en boca de la mayoría de los ciudadanos en este final de año, como lo fue todo el año. En otras ocasiones, política y sanidad parece como que discurren cada una por su ruta, acordándonos en los presupuestos. 

La política nacional del año que dejamos nunca concedió tantas prestaciones a los enemigos de la unidad del Estado, a los que reniegan de él. Y constantemente recibe amenazas verbales y peticiones interesadamente unilaterales más que ambiciosas. Y la política europea, que tanto repercute en nuestras vidas, en ya casi un año de guerra, interfiere en la economía, en el bienestar del conjunto de los españoles, y también sirve, hasta en las situaciones más alejadas de cualquier culpabilidad, para referirse a la perniciosa guerra. Pero es tiempo de hacer balance del año vivido, tiempo de reflexión. Y en la política sanitaria, en cuanto a recursos empleados, los que habría que emplear y cómo, para una gestión de más calidad y eficiencia, ha habido una constante discrepancia durante todo el año. Existe un desequilibrio entre la oferta y la demanda, y sin visos de solución. Nadie es ajeno, no admite ocultación, al momento difícil y complejo que vive la sanidad en todas las CCAA, y a diferencia de otras ocasiones no se trata de una situación presupuestaria sino de carencia recursos humanos. Observamos atónitos como, ante el mismo problema, los políticos saben la solución donde no gobiernan y son oposición, pero la ignoran donde tienen la responsabilidad de gobernar. ¡Qué mala suerte! Cada CCAA salva el obstáculo como puede; el árbitro de la situación está en órsay. 

Sí, cuando el discurso del poder es el del pragmatismo, la sociedad inevitablemente transfiere su confianza al que va más allá en sus mentiras. ¿Y no se lo cree usted? Nos dijeron en voz alta que no habría indultos ni rebajas de las penas de sedición y de malversación. ¡Pues sí que hubo!, propiciadas por el mismo personaje que había dicho lo contrario. Ni se inmutó, con el pragmático discurso del poder. A nivel sanitario, cuando el más ignorante se da cuenta y sabe que si no hay médicos para trabajar en el sistema público es porque no se forman suficientes profesionales en las especialidades deficitarias, el Gobierno de España reparte culpas entre las CCAA que no tienen la responsabilidad de formar. Hoy mismo, sin embargo, sale a la palestra la luz verde a la llamada “jubilación activa” de los profesionales, que pasarán a cobrar el 75% de su pensión con el servicio activo durante tres años; lo acaba de aprobar el Consejo de Ministros. El objetivo es paliar el déficit de profesionales, causa de su desbordamiento. El pragmatismo de Gobierno no tiene parangón… Continúo sin entender el motivo de no convocar más plazas MIR, el no a una convocatoria de MIR extraordinaria o la creación de la especialidad de medicina de urgencias, para que los médicos de familia no se vayan a otra especialidad... Me lo explica el pragmatismo del poder.

Hace una semana se convoca, por quien dispone de la capacidad de hacerlo, el Consejo Interterritorial de Sanidad en Mérida para hablar… de vacunas. La polémica en todas las CCAA es la seria falta de médicos en algunas especialidades, que trae en jaque el sistema, pero el orden del día de la convocatoria son las vacunas, cuando la gestión de estas es mayoritariamente por las CCAA. No se trata el problema gordo y estancado, va para seis años, de los recursos humanos. La zafiedad es progresista (Jesús del Campo). Y pragmática. Unamos la dicotomía político-médico, como concebía Virchow.

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