Opinión

"Revolución", a pechos descubiertos

Tras la constitución de las Cortes, elección de presidentes de las Mesas, y la ronda de contactos del jefe del Estado para la elección de presidente del Gobierno, o si estamos abocados a nuevas elecciones, los opinólogos continuarán llenado páginas de tinta. Y yo, que tengo mi opinión conformada, no voy a colaborar a embardunar más de lo mismo, ni blanquear huidos de la Justicia con mando a distancia, ni hombres de paz con pasado terrorista. Lo dejo para puritanos sin escrúpulos. Por eso escojo otra alternativa, distendidamente y con cierta ironía, opinando sobre los “pechos descubiertos”. País de pandereta, donde se arma revuelo tras el pecho descubierto de Eva Amaral que, si sacara pecho de su actuación, resaltaría el objetivo del contrato. ¡Qué mal debemos estar de noticias, cuando hay que diagnosticar el gesto de revolución! Deseo pensar que es culpa de la época estival, del verano que, salvo las noticias políticas marcadas por el calendario electoral, no existen otras noticiables ni de interés. ¡Quiero pensarlo! Porque… ¿A quién puede llamarle la atención o despertar interés, aun peor molestar, a no ser que se sea muy hipócrita, que una artista, o no artista, cantante o mujer, en el fragor de su actuación o trabajo, ponga los pechos al descubierto, si fue así como “Dios la trajo al mundo?”. 

Ante lo dicho, actualizo y valoro la sentencia senequista, la que nos dice que “el mérito está en hacer lo que se debe, no lo que se puede”. Aunque también soy de los que opina que al “buen callar le llaman Sancho”, y lo mejor sería no meterse en charcos, la clave de esta “revolución” -a pechos descubiertos - está en la mirada ajena, la de los demás. Pero que surja la polémica y que medios de información serios titulen y hablen de revolución en pleno 
S. XXI es desproporcionado por no hablar de hipocresía. Y coincido con alguna prensa nacional cuando expresa “pechos que aún ofenden a los ojos hipócritas en el S.XXI”. Parece como que vamos de lo sublime a lo miserable y de lo trascendental a lo fútil. La expresión de libertad y la reivindicación se expresan de muchas maneras y en diversos lugares. Cui prodest? También hay quien considera que esa llamada “revolución”, fue una oportunidad del grupo para causar polémica, controversia, y con ello ganar protagonismo. Aunque yo prefiero mil veces más la reivindicación fruto del esfuerzo y buen hacer, sin desnudos, como han hecho las mujeres de la Selección española de fútbol. ¡Qué gran lección reivindicativa! Esta sí que es revolución.

Qué cosas, señor, cuando el mostrar desnudo parte del cuerpo es “revolución” y no se diga lo mismo cuando se emplea el cuerpo para demostrar las capacidades. Estas cosas, de pechos que aún ofenden, suceden a la vista de la hipocresía. En el sexo masculino la lectura sería de chiste, anecdótica o se toma a la ligera. Me cuentan lo sucedido con dos personajes públicos, muy conocidos en su momento, que van a pasear a una playa, en ese momento desértica. Acuerdan bañarse, se despojan al completo de sus vestimentas y van al agua. Al retirarse del baño observan que acudió gente a la playa y su ropa está a la altura de los nuevos bañistas… ¿Y ahora?, exclama uno, al tiempo que se tapaba la cara con las manos para no ser reconocido. A lo que su compañero de baño le sugiere: Tápate tus partes Manolo, que es donde está el morbo… Ninguna reivindicación, ni revolución, ni justificación. 

Desde luego, que me trae al pairo que, en el transcurso de una actuación, la artista de turno enseñe más o menos parte de su cuerpo, sus pechos o sus partes pudendas. Si no me gusta lo que hace me ausento y punto, pues consideraría que su actuación no está acorde con lo que esperaba. Si el gesto, que me parece secundario, dicen que es de rebelión, pues aquí paz y después gloria. Dicho lo dicho, a mí no me ofende la desnudez del cuerpo de una mujer en plena o en el transcurso de su actuación, que no deja de ser su trabajo… ¡Hasta aquí podríamos llegar! Pero a nadie debiera ofender que yo, y otros que así lo estiman también, consideremos tal gesto, con toda la publicidad sobrevenida, polémica que está llevando consigo, sea publicidad gratuita. La revolución este fin de semana fue a pechos cubiertos; la protagonizada por las futbolistas españolas. “Qué feliz aquel que aprende a soportar lo que no puede cambiar” (Schiller).

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