Opinión

No va de uno contra otro

La meritocracia individual se impone? En carta al director a un semanal, una señora hace -a mi parecer muy atinadamente- una observación, que ya despertara mi curiosidad tiempo hace, pero nunca la había expresado en voz alta. El argumento deriva que, con el mundial de fútbol en Catar recién terminado, la señora escuchó, como todos los que estábamos atentos a las retransmisiones, y llama su atención: “La Francia de mengano, la Argentina de fulano”. ¿Y los otros diez?, nos preguntamos. En román paladino viene a decir que el narrador habla de la Francia de Mbappé y la Argentina de Messi, las estrellas. Y la pregunta es qué ocurre con los otros diez, sobre todo cuando somos mayoría los que valoramos y tenemos en cuenta el deporte y en general el trabajo en equipo. Una figura, un fuera de serie, un líder, aunque se den los tres criterios en una misma persona, predispone y facilita, pero no es definitivo ni mucho menos. Y creo que me siento ratificado al leer a Lionel Scaloni –seleccionador de Argentina- cuando afirma: “Ni de Messi ni de Scaloni, este será recordado como el Mundial de Argentina, más allá de individualmente…”.

¡Pues nada! En los tiempos que corren, en el deporte colectivo, en el fútbol sobre todo, prima la figura destacada; que no siempre garantiza el éxito del grupo. De hecho Messi, figura y líder indiscutible desde hace muchos años, hizo campeona del mundo a Argentina tras lustros intentándolo y con Messi en su mejor momento, y, sin embargo, lo alcanza comenzado el ocaso de su carrera. Aunque bien pensado, el tema de las retransmisiones deportivas –fútbol en esta ocasión- podemos recapacitar y discrepar también otros comportamientos de los relatores. Como cuando juega la selección española y se le menciona como “la roja”… y venga que “la roja” presiona arriba, si “la roja” abre el juego por las bandas, la contención en el medio campo de “la roja” es excelente. Y cuando esa misma “la roja” tiene que cambiar el color de su vestimenta, por incompatibilidad con la del adversario, se le vuelve a llamar “la roja” y tras un instante ya es la selección española. ¿Será qué le molesta a alguien que se le denomine por su nombre a la selección española?

¡A lo que íbamos! En el deporte, al igual que en cualquier trabajo colectivo, en la política, en una comunidad vecinal... más allá de la figura del líder, presidente, representante, está el trabajo en equipo. Cada uno en su rol haciendo lo que mejor desenvuelve, y sabiendo que cada uno dispone de sus (unas) habilidades para las diferentes disciplinas, que son las que se deben aprovechar para aportar y configurar el mejor equipo. Con individualismos, por muy buenos que muchos lo sean, no es sinónimo de éxito. Llamaba la atención, en mis tiempos de estudiante en la USC, un catedrático que cada vez que explicaba una lección no dejaba de expresar: “Ya yo y otros investigadores dijimos…” ¡Ejemplo de meritocracia individual! Ni que decir tiene que le llamábamos el “ya yo”. Le profesábamos mucho respeto, pero lo considerábamos un poco petulante; iba siempre con el “yo” delante. Con esto deseo expresar que un maestro en una disciplina no se le considera si se las da en todo momento.

¿El desmantelamiento de lo colectivo se ha consumado? Pienso en el trabajo en equipo, a través de la organización de sus miembros, para competir más eficazmente. Donde no haya recelo hacia nadie de la organización, que por haber alguien más vistoso y tenga más capacidad de decisión final, ésta nunca será efectiva sin el trabajo colectivo. Sin una manera organizada de trabajar entre varias personas, con el fin de alcanzar una meta, no habrá éxito. Y después respetaremos, aplaudiremos y elegiremos al que más destaca de la organización. No va de uno, va de todos.

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