Opinión

“Aquí, cada un vai ao seu; menos eu que vou ao meu"”

Ala El titular es una frase apócrifa que acostumbro a recitar cuando la ocasión o el acontecimiento me parecen adecuados al significado. Y admito que, a partir del 10 de marzo a las doce horas, la llevo exclamando rutinariamente. ¿Motivo? Fuimos muchos los que habíamos oído y leído, a primera hora de ese día, las emisoras de radio y la prensa, respectivamente, sobre la actualidad del plan de vacunación, la desescalada, presión asistencial, incidencia acumulada, enfermos en UCI, cierres perimetrales y movilidad en Semana Santa…, el presidente de la Xunta se reunía con el ministro Ábalos para tratar sobre infraestructuras clave para Galicia y, ya a media mañana, un tsunami que temblaba a políticamente incorrecto en un cruel tiempo de pandemia, se hace con nuestra atención y nos hace olvidar lo que nos mantenía preocupadamente expectantes. ¡Qué mal, y en qué inoportuno momento, han medido las consecuencias los dos grupos políticos sus aspiraciones, en forma de ansia perniciosa en plena pandemia! Anuncios de mociones de censura, con eco desde Murcia que, como del mismo coronavirus se tratara, se disemina a la capital de España. Pero el laboratorio experimental, con el consiguiente periodo de incubación y convalecencia se había registrado en Ourense. Y allá como aquí, socialistas y ciudadanos, de tristes protagonistas y, últimamente, en la misma cadena epidemiológica. 

¡Así es! La cadena epidemiológica del virus partidista, en su tan diseminada como rápida transmisión, parte desde el laboratorio ourensano, que después de una prueba de ensayo fracasada, porque en Ourense no se dan los caldos de cultivo adecuados –Ourense estaba vacunada-, la transmisión se dirige a Murcia, salta por vía aérea haciendo parada en Castilla León y llega a la meta en la capital de España. ¡Siempre este pernicioso coronavirus intentando hacer de las suyas! Aunque la malignidad sólo se da en huéspedes adecuadamente sensibles, en estado de debilidad; y ¡claro que los hay!, en los políticos socialistas y de ciudadanos, de más allá del Padornelo, al tomarse a pie juntillas el: "Aquí, cada un vai ao seu; menos eu que vou ao meu”.

Alcanzada la meta, la operación de Ciudadanos y PSOE en la Comunidad de Madrid, quizás de la misma manera que el virus que, tras su peregrinaje por Ourense y Murcia, se encontraba atenuado, más la rápida reacción de la presidenta Ayuso al hacer un cierre perimetral en toda regla, corrige el índice acumulado. Es, entonces, cuando Ciudadanos y socialistas, como si del coronavirus se tratara, mutan, con toda la carga vírica disponible, no paran en su empeño, y reaccionan con moción de censura. Pero llegaron tarde, el estado de alerta epidemiológica de la presidenta, junto a su comité clínico, fue determinante con el cierre perimetral. Prevención que impide penetrar cualquier virus. 

Y ahora toca convocar elecciones. Si tan mal y arrogante lo estaba haciendo la presidenta Ayuso, ¿cuál es el motivo de no permitir que se pronuncien los madrileños, para que otros puedan arreglar la situación?, interrogante que encuentra explicación en la cadena epidemiológica del virus. Unos –Ciudadanos-, como si de un virus oportunista se tratara, desean aprovechar a toda costa agarrarse a cualquier huésped para sobrevivir; antes de que aparezca la inmunidad de rebaño versus elecciones. Los otros –socialistas- buscan la pieza ideal (Madrid) para hacerse valer y, cuan virus con carga vírica suficiente, demostrar que se mantiene la cadena epidemiológica.

Cuando el dogmatismo más peligroso es el de los principios, uno aprendió que al gobernar hay que pasar de la ética de los principios a la ética de las responsabilidades. Pero, como cuando lo que interesa es el poder por el poder, se entiende aquí como allá, que lo imposible es lo que no intentas. Y en el fondo subyace lo que mi idolatrado Neme me enseñó: “Aquí, cada un vai ao seu; menos eu que vou ao meu”, que hasta este actual virus partidista lo intentó e intenta, cueste lo que cueste, en beneficio propio, aunque sea a costa de los demás. Claro que el tiro hasta puede salir por la culata, como en el caso de Murcia. ¿O acaso el virus, cuando no encuentra el huésped adecuado, no fracasa en su intento por rotura de la cadena epidemiológica?

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