Opinión

Cuán largo me lo fiais

Fue despegar Moncloa toda su bien engrasada maquinaria de comunicación, sobre la estrategia “España 2050” para, por un momento, anestesiarnos del enredado presente y del incierto futuro inmediato; aunque enseguida Neme me traslada a la realidad al oírle exclamar: ¡Cuán largo me lo fiais! Y es que el futuro es un producto del pasado y del presente; futuro al que nos traslada la maquinaria política de Moncloa, a través de su presidente, es tan a largo plazo y a cobro revertido, que se hace difícil asimilarlo; y sin saber cómo, cuándo, quedará nuestro presente. Súbitamente, me viene al recuerdo la frase que, extraída de la obra de Tirso de Molina, “El Burlador de Sevilla y convidado de piedra”, en la cual don Juan Tenorio expresa el desprecio a una promesa que se le hace a uno a largo plazo, encuentro el mismo sentimiento que me embarga, escuchados los futuribles remedios de Sánchez Castejón. La puesta en escena del presidente para la “España 2050”, tiene mucho contenido de la obra de Tirso, toda vez que sale a la palestra quién es quién: el burlador y los convidados, Sánchez y los españoles, que escuchan estupefactos como Sánchez no tiene arreglado el presente, pero nos fía soluciones a treinta años vista. ¡Tomad el futuro como la renta más cuantiosa de la imaginación!, nos querrá decir Sánchez Castejón.

Fiadas las soluciones presidencialistas a tan largo plazo, uno se da cuenta, además de la querencia y autoestima presidencial, de su visión política de largo alcance ausente de obstáculos; aunque una simple división de los 30 años que nos queda hasta el 2050, entre 4 años que dura una legislatura -si se consuman al límite todas las legislaturas- son al menos 7 los gobiernos que podemos presenciar hasta el 2050. ¿Qué le deja a los que vayan viniendo? A no ser que piense que de aquí al 2050 tendremos únicamente sanchismo, y ya está avanzado los tratamientos, libre de efectos secundarios. ¡Un presidente previsor!, con medicación ideal. Pero lo que nos ocupa, el presente y futuro inmediato, qué. No lo pregunte, ya lo tiene: ración de enredo con el indulto, para muchos auténtico insulto, con el que desviar la atención, bajo la conciencia de sobrevivencia en Moncloa.

Dejó constancia A. Einstein de que, “en los momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento”. Sin conocer el grado de lectura de Sánchez sobre Einstein, resulta una evidente constatación la imaginación que Sánchez Castejón le pone a su prosaica permanencia en Moncloa: nos traslada a plazos largos las soluciones y, mientras, nos enreda, una vez más, con la comedia del indulto que ahora se transforma, si los sediciosos no arrepentidos se comportan mal, en indulto… ¡reversible!; mientras el ministro de Justicia nos consuela que hay que tomar el asunto con naturalidad… ¿Y usted y yo qué pensamos?: Pues en 2050, lo de los indultos es historia y, a muchos de nosotros, que la tierra nos sea leve. ¿Y si estamos ante un Sánchez, que en un arrebato futurista, no como político y sí como estadista, imita a Otto Von Bismarck?, que criticaba la visión cortoplacista del político con aquella frase: “El político piensa en la próxima elección; el estadista en la próxima generación”. ¿Sánchez estadista?, a la altura de De Gaulle, Churchill, Adenauer… Yo me quedo con la cita que Tirso de Molina pone en boca de don Juan Tenorio, en su “Burlador de Sevilla”, que con el tiempo se convirtió en una expresión para protestas contra los largos plazos y también contra el tiempo prolongado para la concesión de un objetivo: “Cuán largo me lo fiais”.

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