Opinión

Resultadistas

Confieso que empecé a familiarizarme con la expresión del titular en el mundo del fútbol hace sólo unos meses. Y hoy me atrevo a decir que la mejor definición de la primera parte, y el comienzo de los octavos de final del actual mundial futbolístico, es que las selecciones intervinientes se están comportando manifiestamente resultadistas. Victorias y logros a merced de resultados justitos, resultadistas en toda su extensión. Ni se barrunta que haya algún país destacado y con capacidad de salvar obstáculos imprevisibles ?en forma de lesiones, un mal arbitraje, un fallo garrafal?-, que siempre es factible de aparecer a lo largo de un mundial tan condensado.


Cuando me estoy refiriendo al concepto reultadista, lo describo como la capacidad de ganar sin haber demostrado nada, no arriesgar, no ser creativo, ¡en fin!, no haber sido superior en ninguna de las facetas del juego?, pero sí haber conseguido ganar. Así, la acepción más conocida de la expresión es: fútbol defensivo, y a la sazón resultadista, en el sentido de acabar ganando el partido sin méritos. Claro que, entonces, ya hay quien define el concepto como de pragmatismo. Una vez leí a través de un correo digital que Capello pasó de ser defensivo a resultadista, cuando se demostró por las estadísticas que sus equipos marcaban muchos goles, asociando también de esta forma los planteamientos ofensivos o defensivos según el número de goles. ¡Otra teoría!


Pero lo que observamos hasta el momento en este mundial es que nos resulta difícil romper el asociacionismo entre fútbol defensivo y ser catalogado de resultadista: el fútbol defensivo está consiguiendo resultados. No estamos viendo fútbol espectacular, ¡ni siquiera bonito! Y quedaron apeadas, a las primeras de cambio, selecciones con un peso idiosincrásico futbolístico demostrado a lo largo de una dilatada trayectoria, que tradicionalmente solventaban la primera fase sin demasiadas dificultades. Pero quedaron fuera como pudieron continuar con el mismo mínimo talento y esfuerzo del que hicieron gala. No sabemos si en caso de que procurasen una dosis más de resultadismo, les sería suficiente.


España, que según los numerosos entendidos es una de las grandes favoritas, pasó el corte sin pena ni gloria futbolística. Pero a la vista de lo que se esperaba y puede dar de sí, lo logró por un juego resultadista: hizo lo justito para salvar los muebles. Esperemos que, a partir de ahora, al concepto resultadista ?que nos benefició- añadamos la capacidad que nos atesora, fruto del talento y la calidad de nuestros jugadores. Que si en algo hemos sobresalido en los últimos años es en nivel y peso futbolístico, y no en especulación. Por tradición e historia estamos mucho más cerca del talento, la remontada y la épica, que del manido resultadismo moderno. ¿Aunque, no le llamaban a esto: especulación con buenos resultados? ¿O pasamos del fútbol lírico al resultadista?

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