Opinión

Presidente

Voy a escribirle una breve carta señor Sánchez .

Primera duda ante el teclado, ¿lo trato de usted, o de tú? Como quiera que usted ha optado por la segunda opción, sin permiso mío ni de nadie, en sus sabatinos discursos… Resuelto¡ Me decido por el usted, no quiero parecerme  a vuecencia ni tan siquiera en eso.

Presidente: ¿de verdad no se ha dado cuenta que el cargo le queda grande? ¿De verdad no se ha dado cuenta que España le desborda? Que es el presidente más nimio, desarbolado e inconsistente, a la par que embustero, que hemos tenido nunca? No se ha dado cuenta que sus mentiras son ya previsibles, que todos esperamos que mienta, como esperamos que Nadal gane un set?

¿No se ha dado cuenta que sólo le quedan bien los trajes? ¿No se ha dado cuenta que hasta su cara refleja a un ser humano desbordado, que no transmite fe, esperanza, confianza, que es, entiendo, lo que persigue su  palabrería semanal? Sus discursos largos, tediosos, insulsos, falaces, comenzaron por generar desasosiego, pasaron a despertar molestia y, ahora, han caído en lo peor de un discurso estadista: la indiferencia.

Cada vez que sus antecesores hablaban a la nación, la población escuchaba por lo que pudiera pasar, a usted, actualmente, se le pone de ruido fondo, en la tv, como quien oye llover. ¿Qué espera para, en una de sus apariciones, pedir perdón porque todo se le ha ido de las manos?

Perdón por la imprevisión homicida de principios de marzo,  por las compras y adquisiciones de tebeo y sobreprecio en las que se enredó, abocando a tanta gente, ciudadanos y profesionales, a la desprotección?

¿Qué espera para pedir perdón por los gastos y derroches que durante dos años, antes del coronavirus, incurrió para llegar ahora  a esta situación tan insostenible financieramente? Sí, aquellos viernes sociales en los que dilapidaba miles de millones para alejar la posibilidad de perder sus paseos en Falcon. 

Pedir perdón por no haber utilizado aquellos dos años en los que, a pesar de crecimientos del 2% anual,  no destinó ni un sólo euro a enjugar déficit, como, entre tanto, incluso con menores crecimientos, hacían los malvados alemanes y holandeses.

Usted es una cigarra. Usted es un aviador frustado. Usted es un maniquí pret- a- porter y poco más. Usted es un verdugo, de libertades y derechos, de empresas, de ilusiones, de propiedades, de esperanzas, de riqueza,  verdugo de todo eso, a la espera de que los tribunales decidan si de algo o alguien más. 

Qué espera para pedir perdón por haber elegido el riesgo de a-

dicción a la Dormidina antes que cumplir su más elemental, reiterada y rentable promesa electoral. Perdón por no haberse reunido, ni tan siquiera llamado, a los expresidentes vivos del país: González, Aznar, Zapatero, Rajoy para transmitir, con eso sí, sosiego y algo de esperanza y timón a la población.

Perdón por no haber querido hacer uso leal de la credibilidad nacional e internacional del Rey, bien al contrario lo ha puesto, o ha permitido que lo pusieran, una y y otra vez en situaciones complicadas (ah claro! a él le sientan también bien los trajes, ya comprendo…, 

a usted solo le gustan la elegancia en el vestir de Simón, Ábalos etc…, con ellos se siente usted reluciente. “Traje  bien planchado? el mío, Oliver, sólo el mío”. 

Miles y miles de cadáveres. “Bueno... son ancianos ya les quedaba poco… páseme una corbata que tengo discurso en TVE, que no sea negra, Oliver, el negro no me sienta bien Oliver…”

Si yo fuera presidente, si yo fuera usted, me haría traer cuanto antes, supongo que de China, una férula para aliviar el bruxismo. No lleva usted bien todo esto, y no me refiero a la pandemia, eso usted lo relativiza, me refiero a que no lleva usted nada bien, y en sus mandíbulas se le nota, que un buen día el Falcon se quedó en tierra. 

Si yo fuera presidente, si yo fuera usted…. volvería a nacer. ¿Sabe por qué? Porque en tanto crece nos dejaría en paz.

Confínese Sánchez, confínese pero en una casa pagada por usted y abandone la que habita, pero al marcharse hágalo con las manos en alto y  llévese sus trajes, sus mentiras, sus comisiones y su desvergüenza, porque usted no tiene vergüenza, y ha llenado de ella a todos los españoles.

Confínese verdugo.

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