Determinadas situaciones políticas solo se viven en determinados países. Uno de ellos Brasil, de continuas perturbaciones y que este martes ha visto cómo su presidente, Jair Bolsonaro, controvertido personaje populista de extrema derecha , se ha visto obligado a afiliarse a un partido. Lo ha hecho casi de tapadillo en un hotel de Brasilia, al que acudió para rellenar su ficha del Partido Liberal, al igual que hozo su hijo Flavio, senador.
Jair Bolsonaro se había presentado a las presidenciales como miembro del Partido Social Liberal, pero se dio de baja cuando se convirtió en presidente. Ha tenido que buscar acogida en nuevas siglas a toda velocidad, ya que la ley impide a nadie ser candidato si no pertenece a un partido. En lugar de crear uno nuevo, para lo que necesitaría conseguir en breve espacio de tiempo 500 mil militantes, optó por convertirse él mismo en militante de un partido ya vigente.
El presidente contaba con escaso margen de tiempo, ya que las elecciones se celebran en el 2022. El acto fue casi clandestino porque sabía Bolsonaro que le iban a echar en cara que siempre dijo que jamás formaría parte del Centrao, un conglomerado de partidos de centro y derecha… del que forma parte el Partido Liberal en el que ahora milita.
Brasil enfoca las presidenciales del nuevo año con la sociedad muy polarizada entre el populismo de extrema derecha de Bolsonaro, y la izquierda del Partido de los Trabajadores con Lula da Silva, que pretende ser nuevamente presidente tras su dura peripecia de corrupción que le llevó a la cárcel.
Lula cuenta con muchos adeptos, incluso fuera de la izquierda, porque presidió la mejor etapa de la historia reciente de Brasil, pero gran parte del centro y derecha teme que pueda caer en el extremismo izquierdista. Tampoco les gusta Bolsonaro, no solo por defender el populismo de ultraderecha sino también porque se trata de un dirigente peculiar en sus gestos, de decisiones atrabiliarias, con una gestión disparatada ante la pandemia ha centenares de miles de muertes.
Es la razón de que cobre fuerza la idea de una tercera vía entre Bolsonaro y Lula… pero todavía no ha aparecido el candidato que pueda encabezar esa iniciativa.
