Opinión

Chile, con toque de queda

Desde las 7 de la tarde a las 6 de la mañana los chilenos no pueden circular por las cinco regiones en la que se ha decretado el toque de queda. El Ejército circula por las calles desde hace varios días, con carros de combate incluidos, y la violencia ha alcanzado tal nivel que se han producido al menos 7 muertos, aunque algunas fuentes llegan a recoger que son diez, cinco de ellos durante el incendio de una fábrica. El presidente chileno ha encendido aún más la llama del descontento al declarar que Chile  se encuentra “en guerra contra un enemigo poderoso”.

El “enemigo poderoso” es una masa de centenares de miles de personas que desde hace varios días  se manifiestan de forma vandálica tras unas protestas iniciales por la subida del billete de metro. Esa subida fue revocada, pero la chispa ya se había encendida y las protestas se han acrecentado  al exigir al gobierno medidas expeditivas contra la desigualdad. El 25 por ciento de la riqueza está en manos de un 1 por ciento de ciudadanos, entre ellos Sebastián Piñera, uno de los empresarios y financieros con mayor fortuna del país. El descontento que ha derivado en vandalismo, violencia y pillaje está provocado por la subida de los precios, pero también porque Piñera ha privatizado gran parte de la educación, la sanidad y las pensiones, y la mitad de la población apenas gana lo equivalente a 500 euros al mes a pesar de que Chile es un país desarrollado con precios muy superiores a la media latinoamericana. Para un porcentaje alto de chilenos estudiar una carrera universitaria supone endeudarse con un banco durante 25 años.

La situación es caótica, y la oposición ha culpado directamente al presidente de acrecentar el descontento, y por tanto la violencia, por  sus desafortunadas medidas y declaraciones. Piñera fue el primer presidente conservador elegido en Chile después de Pinochet, sustituyendo a la socialista Michele Bachelet en  2014. Al finalizar su mandato de nuevo accedió Bachelet a la presidencia, que recuperó Piñera en las elecciones de 2018. Sin embargo,  un año más tarde su segundo mandato se está convirtiendo en una masiva protesta social de imprevisibles consecuencias.

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