Opinión

China no renuncia a Taiwán

Hace más de 70 años que Taiwán se autoproclamó República de China, independiente de la República Popular China comunista de Mao, que ganó la guerra al nacionalista Chiang Kai Chek. Pekín sin embargo continúa reclamando su autoridad sobre lo que considera “provincia rebelde”, en ningún caso país independiente.

Durante todo este tiempo, China ha hecho lo imposible para reivindicar el “regreso” de Taiwán a la casa madre, pero los sucesivos gobiernos taiwaneses jamás han cedido. Al contrario, se han puesto a la tarea de potenciar el desarrollo económico y social de Taiwan, reforzar su seguridad y apostar abiertamente por un sistema democrático. Cuando Pekín insiste en recuperar su provincia y promete un estatus especial para alejar cualquier temor de imposición de su régimen, en Taipei mencionan el caso de Hong Kong, donde China no respeta los acuerdos firmados con la potencia colonial, Reino Unido, y desde Pekín se maniobra para promover el régimen comunista chino con la ayuda del gobierno local, instrumentalizado desde Pekín.

El conflicto chino-taiwanés se ha recrudecido estos días con los contantes vuelos militares chinos en el espacio de seguridad de Taiwán. No es propiamente espacio aéreo, sino de seguridad –incluye territorio de la China continental- , reconocido internacionalmente excepto por China. La situación es grave, hasta el punto de que Joe Biden ha telefoneado al presidente Xi Jinping para expresarle su preocupación. Según la Casa Blanca, Jinping ha prometido a Biden respetar la Ley de Relaciones de Taiwán, que recoge los puntos que rigen las relaciones entre Estados Unidos y Taiwán, que incluyen venta de material militar así como la inversión de Estados Unidos en diferentes sectores de la economía taiwanesa.

En Taipei sin embargo no se oculta el temor por esta escalada china con la que recuerda que no cede en sus pretensiones de que Taiwán vuelva a ser parte de su territorio. Temor comprensible pues, como dicen las autoridades de Taipei, la potencia militar china hace imposible que Taiwán pueda defenderse a pesar del nivel profesional y armamentístico de su ejército. Solo Estados Unidos podría parar el golpe, pero tras el fiasco de Afganistán nadie está seguro de que Joe Biden, o su sucesor, quiera acudir una vez más a solucionar problemas de otros países, por importantes que sean sus intereses.

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