François Macron no podía imaginar que la invitación que cursó a un grupo de ciudadanos de origen argelino para almorzar en el Elíseo, iba a provocar tanta tensión que el gobierno de Argel llamaría a consultas a su embajador en París y, el domingo, ordenaba cerrar el espacio aéreo para los aviones militares franceses.
El origen hay que buscarlo en la decisión francesa de reducir el número de visados que se otorgan a argelinos, marroquíes tunecinos, que el gobierno argelino considera injusto pues no tiene en consideración la larga historia común de Francia y Argelia, potencia y colonia que atravesaron momentos de extrema gravedad por las ansias independentistas de Argelia, que se levantó en armas contra Francia hasta que aceptó la descolonización.
Pero lo que más indignó al gobierno argelino fueron los comentarios que hizo Macron a sus invitados, en los que acusó al gobierno de su país de ser responsables de todos los problemas que enturbian las relaciones bilaterales y dijo que Argelia tenía un régimen político-militar.
La prohibición de volar en su espacio aéreo no preocupa excesivamente a los militares franceses, que habitualmente tienen a Níger como punto de partida y llegada de sus vuelos. Pero sí les inquieta, además del clima político, que la tensión afecte al proyecto Barkhane, en el que participan militares de los países occidentales que operan en el Sahel tratando de desarticular los grupos terroristas yihadistas que allí operan. Francia capitanea ese proyecto, al ser el país con mayor número de militares, unos cinco mil en Mali, hoy centro de operaciones de Barkhane.
Los problemas entre Argelia y Francia, múltiples a lo largo de la historia como suele ocurrir entre colonias y potencias colonizadoras, puede provocar que Francia se aleje aún más de Argelia y centre sus intereses en el Magreb, tanto los políticos como los económicos, en Marruecos. Se trata de un país amigo, con el que Francia mantiene estrechas relaciones, y que ha roto recientemente sus relaciones con Argelia, después de infinidad de desencuentros causados sobre todo por las relaciones excepcionales de Argelia con el Frente Polisario, que tiene en los campamentos levantados en Tinduf, territorio argelino, a la mayor parte de la población del antiguo Sahara.
