Opinión

El día más grande de Carlos III

Ha sido un príncipe de Gales permanentemente a la espera, ha tardado décadas en asumir sus responsabilidades como rey y jefe de Estado. Carlos III ha recibido además una herencia envenenada, el recuerdo de una reina Isabel adorada y admirada por la mayoría de sus súbditos, uno de los personajes más importante de los siglos XX y XXI, y que ha tenido que lidiar con graves problemas familiares, entre ellos que su hijo mayor, casado, no renunciara nunca a quien había sido su gran amor toda la vida, una mujer también casada. Se resolvió con mucho esfuerzo, inteligencia, y con la ayuda importante de Isabel II que, como último gesto de buena voluntad, decidió que Camila fuera proclamada reina cuando Carlos fuera proclamado rey.

Más allá de las cuestiones personales, que siempre importan pero sobre todo en las monarquías; y más allá de que se trata del rey de un país que ocupa un lugar de máxima relevancia en el mundo, herencia de un imperio que abarcaba más de 40 países, hoy mucho de ellos ya independientes, la coronación de Carlos III abre también un capítulo político que puede tener repercusiones futuras en otros países que a pesar de ser independientes forman parte de la antigua Commonwealth y tienen a Carlos como rey y jefe de Estado desde el mismo momento del fallecimiento de su madre. Y que con su coronación ha reabierto un debate que estaba cerrado gracias a la personalidad indiscutible de la reina Isabel y al respeto generalizado hacia su persona. Debate que se ha vivido en otras monarquías, y se centra en analizar hasta qué punto una monarquía, que transmite de padres a hijos la jefatura del Estado, es más o menos democrático que una república.

En las semanas previas a la coronación de este sábado, también en el Reino Unido, no solo en Canadá y Australia entre otros países de la misma comunidad de naciones, han aparecido voces que han insistido en abrir ese análisis. Entre otras razones porque el descontento social que se vive en el Reino Unido ha derivado en el debate.

Es evidente que el país ha perdido peso desde que decidió por abandonar la Unión Europea. La situación de Irlanda del Norte se ha precarizado con un brexit de complicada aplicación en esa provincia, y se ha agudizado el sentimiento independentista en Escocia. Es significativo que en Escocia e Irlanda del Norte se votara en el no al brexit en el referéndum.

Carlos, como cualquier rey de una monarquía parlamentaria, reina pero no gobierna, pero se va a encontrar con un país menos unido que el que encontró su madre cuando asumió la Jefatura del Estado, un país que recomponía de las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial. Un país que actualmente sufre, como tantos otros, las consecuencias económicas, políticas e incluso morales de la guerra de Ucrania.

Este sábado centenares de millones de personas, pueden ser millares, se sentarán ante el televisor dispuestos a seguir un acontecimiento fascinante, que solo se vive muy de tanto en tanto. Pero detrás de esa fascinación, boato, glamour y rigidez protocolaria marcada por siglos de aplicación, hay una nación que, con un nuevo rey, debe enfrentarse a importantes desafíos.

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