Opinión

Estados Unidos decide

Va a ser madrugada de infarto, los sondeos advierten que Clinton y Trump están muy igualados a votos pero la ex secretaria de Estado consigue mayoría en los estados que aportan más delegados y por tanto no tendrá dificultades para hacerse con los 270 votos que le garantizan la elección. Aun así ganar por delegados y no por votos, y no contar con mayoría en el Senado y la Cámara de Representantes, convertiría la presidencia de Clinton, si la alcanza, en una carrera plagada de obstáculos, algunos de ellos insalvables, que acumularían en la presidenta un número exagerado de promesas incumplidas y un desencanto generalizado de sus votantes.

Este martes se celebran las elecciones más importantes del mundo, y en pocas ocasiones se ha visto dos candidatos con menos apoyos. Si Clinton gana, que probablemente ganará, no será por sus propios méritos, sino por rechazo a su adversario, que ni siquiera cuenta con el respaldo incuestionable de su partido. Pero Clinton no ha sabido transmitir entusiasmo hacia su persona, calidez personal, cercanía con la gente de a pie. Y esas cualidades, o la falta de esas cualidades, importan mucho en unas elecciones tan de calle como las de Estados Unidos, situación que ha aprovechado Trump para insistir en el perfil de Clinton como mujer absolutamente vinculada a los grandes poderes económicos,  aunque intenta pescar votos en las minorías a las que solo ha prestado atención al presentar su candidatura a la presidencia.

Sin embargo los ataques a Clinton no le han afectado tan negativamente como esperaba Trump. Ni siquiera con la “ayuda inestimable” del director del FBI, que no permanecerá mucho tiempo en el cargo si Clinton es elegida presidenta. Se ha inmiscuido directamente en la campaña electoral en el último minuto, y aunque finalmente ha exonerado a la candidata de cualquier irregularidad con la polémica de sus correos, el daño estaba hecho entre otras razones por el voto adelantado, en el que ha influido necesariamente la delicada situación de Hillary como resultado de las nuevas investigaciones abiertas hace una semana por el FBI.

 El país más poderoso del mundo decide entre un magnate arrollador que rompe con todas las reglas del comportamiento social y políticamente correcto, o por llevar por primera vez a la Casa Blanca a una mujer, muy fría de carácter pero con experiencia política. La suerte está echada.

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