Opinión

Haití, la eterna tragedia

El asesinato del presidente de Haití Jovenel Moïse ha hecho saltar todas las alarmas en un país permanentemente alarmado.

Se trata del país más pobre de América, el segundo o tercero más pobre del mundo, las calles no existen, son un barrizal en el que se acumulan desechos de todo tipo y personas que vagan sin destino. En toda esa miseria inacabable en Puerto Príncipe destaca desde lejos el palacio de los Duvalier, una especie de tarta de color blanco que representa el lujo exacerbado. Y sobre todo, la distancia que separa a las pocas docenas de familias pudientes del resto de la población.

Haití encadena golpes y desgracias, dictadores y catástrofes naturales, corrupción e inseguridad. En los últimos tiempos se suceden los asesinatos, las bandas armadas imponen su ley y los secuestros están a la orden del día. Hace unas semanas diez personas en una misma operación, siete de ellas sacerdotes. La iglesia católica ha convocado una huelga general para protestar por el deterioro brutal de la situación, que se ha demostrado de gravedad extrema con el asesinato de Moïse. En su casa, mientras dormía. Un comando, que se expresaba en inglés y decía que pertenecía a la DEA, la Agencia Antidroga de Estados Unidos, asaltó la vivienda, vigilada estrechamente por policías –no se comprende cómo pudieron hacerlo- entraron en el dormitorio de la pareja presidencial, dispararon contra el matrimonio asesinando a Moïse e hiriendo gravemente a su esposa, trasladada a Miami en un avión medicalizado. El comando no era de la DEA, evidentemente.

Nadie comprende nada. Moïse estaba muy desprestigiado y acumulaba descontentos, pero eso es habitual en Haití, país en el que se han sucedido dictadores corruptos y asesinos. Moïse finalizaba su mandato dentro de dos meses, pero estaba empeñado en mantenerse un año más porque inició la legislatura con retraso. Hace dos meses dimitió el primer ministro y el nuevo, en funciones, prácticamente no ha tomado posesión de su cargo. En noviembre se celebran elecciones, y sorprende que los asesinos no hayan esperado a esa fecha si pretendían deshacerse de Moïse, porque no era fácil que pudiera seguir un año más como pretendía.

La policía ha matado a cuatro de los presuntos asesinos y detenido a dos más. También han liberado a tres policías secuestrados por miembros del comando asesino. La situación es infernal y muy preocupante, entre otras razones porque todavía no se sabe quién contrató a ese grupo de mercenarios, ya que son docenas las personas de la política o la empresa que deseaban deshacerse del presidente.

Los dos países más influyentes en Haití, Francia y Estados Unidos, cooperan en la investigación, y la República Dominicana, cerró de inmediato la frontera con Haití, y la blindó militarmente.

Los haitianos suman un nuevo episodio trágico. Siempre ha sido así a lo largo de la historia: nunca han tenido un minuto de mejora que les permitiese tener esperanza en el futuro.

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