Opinión

Hollande se retira

Son escasos los gestos como el del presidente de la República Francesa, François Hollande, capaz de asumir su situación de desprestigio y sus escasas posibilidades electorales al decidir no volver a presentar su candidatura para repetir en el puesto. “El ejercicio del poder no me ha hecho perder la lucidez”, ha declarado en reconocimiento de que no era el mejor candidato para llevar a su partido a alcanzar unos buenos resultados en las elecciones que se celebrarán dentro de cinco meses. Ni tan siquiera tenía asegurado ser el líder elegido por los militantes socialistas para disputar la presidencia al conservador François Fillon y a la ultraderechista Marine Le Pen.

En la decisión de Hollande han pesado dos circunstancias: la primera, no profundizar la división en el seno del Partido Socialista dado que su primer ministro, Manuel Valls, no ha ocultado desde hace años su deseo de presentar su candidatura para ser el designado. Un enfrentamiento entre Valls y Hollande habría abierto una fisura en el seno del PSF de consecuencias irreparables, mientras que la posibilidad de Hollande de ser derrotado por otro candidato del ala izquierda del partido habría sido demoledora. Y era una posibilidad no exenta de verse realizada dado el bajísimo nivel de aceptación de sus políticas por parte de los franceses. Sería además añadir más división a la dividida izquierda francesa con al menos otros dos candidatos que optaran al Elíseo.

La segunda circunstancia de la retirada de Hollande está relacionada con tener alguna posibilidad de que los socialistas puedan pasar a la segunda vuelta, cuando las encuestas dan por vencedora de la primera a Marine Le Pen, y los Republicanos ya han nombrado a su candidato, François Fillon, con un programa conservador en lo económico, laboral y social que puede hacer frente a la líder de la ultraderecha. Pero después de haber aprobado la reforma laboral con parte de su partido en contra y de que la intención de Valls es continuar por esa senda de liberalismo económico, a los franceses les va a resultar difícil establecer diferencias entre la propuesta del candidato republicano y la del socialista, más allá del grado de dureza con la que la pueden aplicar uno y otro.

Hollande ha tenido un gesto de generosidad y de responsabilidad poco habitual entre los dirigentes políticos, que normalmente se empeñan en llevar el barco que dirigen hacia los acantilados, pero también es cierto que la situación que atraviesa ha sido producto de sus indecisiones, de sus vaivenes en política económica y la frustración que ha generado, del crecimiento raquítico de la economía francesa y de no haber podido cumplir su promesa de reducción del desempleo que ronda el 10%, y de algunos errores a la hora de gestionar las consecuencias de los peores atentados sufridos por Francia a manos del yihadismo.

“Solo me mueve el interés superior de Francia”, dijo Hollande en la comunicación al país de su decisión. En nuestro país no se ha visto una cosa semejante desde la dimisión de Adolfo Suárez.

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