Opinión

López Obrador, en modo antiespañolismo

El presidente mejicano trata de potenciar su figura arremetiendo contra la conquista española y la demagogia utilizada eternamente por los radicales para presentarla como una invasión que destruyó cuanto encontró a su paso, con métodos de violencia nunca vista e imponiendo a los indígenas su cultura, su lengua y su religión.

Hace tiempo que los historiadores más sólidos han cuestionado esa visión de la conquista, poniendo en valor la herencia española en Latinoamérica y sobre todo insistiendo en que no se puede echar la vista atrás contraponiendo los hábitos actuales con los de hace 500 años. La ola antiespañola desmenuza las atrocidades cometidas por los españoles, pero no detalla las atrocidades y brutalidad de los aztecas y de Moctezuma, acordes con su forma de vida pues no solo la utilizaron contra los conquistadores sino también contra los rivales de su propio pueblo y contra los indígenas de distintas procedencias.

El mensaje del que hoy es AMLO el principal promotor, ha calado sin embargo en determinados sectores sociales, y a lo largo de Méjico y de otros países americanos –incluido Estados Unidos, con una importante presencia de ciudadanos de origen mejicano y de otros países latinoamericanos- se suceden actos contra la presencia española en su continente.

ALMO, López Obrador, con su figura maltrecha por una gestión de gobierno marcada por su izquierdismo radical desfasado, está sacando buen rédito político de su actitud, y asombrosamente se ha sumado a su españolismo el propio papa Francisco, con su propuesta de que se pida perdón por la conquista. No ha podido AMLO encontrar mejor apoyo, hasta el punto de que el presidente mejicano ha abierto el abanico al pedir perdón público por los “crímenes de Estado” cometido contra un grupo autóctono que no llega a los 50 mil integrantes, los yaquis, que sufrieron el acoso del gobierno mejicano a finales del siglo XIX y principios del XX. AMLO ha anunciado un “plan justo” para resarcirles de los hechos ocurridos hace cien años.

El revisionismo hecho desde la demagogia, como es el caso de López Obrador, que intenta apartar así el foco sobre su gestión de gobierno, preocupa a los historiadores más solventes, que nunca dejan de lado el contexto en el que se producen los hechos analizados. En el Méjico actual, la política revisionista de su presidente ha encontrado apoyos, pero en contra de lo que pretendía, son más los que le piden que se preocupe de solucionar los problemas del Méjico actual que de mirar hacia atrás. Porque bajo su mandato siguen siendo abismales las diferencias sociales y millones de mejicanos solo piensan en emigrar a Estados Unidos. Prefieren el riesgo a morir en el camino, a la miseria y a la propia violencia que hoy se vive en Méjico, donde el gobierno sigue sin desarticular a los cárteles de la droga que imponen su ley, en la que se aniquila a quienes ponen dificultades a su negocio.

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