Opinión

Migraciones climáticas

Ha pasado casi una semana desde que se celebrase el pasado domingo el 75 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH). Una semana que, además, ha coincidido con la celebración de la COP28, la última cumbre del clima que un año más ha puesto de manifiesto la ineficiencia de estos encuentros en los que líderes de todo el mundo viajan en avión a algún punto del planeta para no llegar a ningún acuerdo solvente. En este caso, a Dubai, uno de los “petroestados” más potente del mundo. La COP28 terminó con un leve acuerdo en cuanto a la eliminación de los combustibles fósiles. En la COP28 se escucharon afirmaciones negacionistas de la emergencia climática.

Sumado a esto, se estima que en 2050 la principal causa de que las personas tengan que desplazarse serán precisamente las migraciones climáticas, que son aquellas que comprenden todos los desplazamientos causados, directa o indirectamente, por el clima. Aun así, todavía la Convención de Ginebra no recoge la emergencia climática como una de las razones para que las personas puedan solicitar asilo.

Negar esta realidad por parte de los países del Norte global, sumado a los escasos avances en materia medioambiental, planteará en las próximas décadas desafíos que parece incomprensible que no estén ya sobre la mesa de trabajo de los líderes mundiales. En lugar de eso, esta misma semana -la de la DUDH-, en Francia Macron ha aprobado una ley migratoria mucho más dura con las personas solicitantes de asilo que la existente hasta el momento; en Reino Unido ha fallecido presuntamente por suicidio la primera persona recluida en la barca prisión que Sunak ha construido en el mar para aislar a los migrantes y en España se han superado por unos cuantos miles las cifras de personas que llegaron por vía marítima en 2006, en la conocida como la crisis de los cayucos.

Los movimientos migratorios causados por cuestiones climáticas van a crecer de manera exponencial porque la gente huirá de aquellos lugares donde las condiciones de vida sean inasumibles. Se jugarán la vida en el trayecto y vivirán en condiciones precarias en países que harán lo posible por denegarles el asilo, ignorando que son en gran medida culpables de las causas que les ha traído hasta aquí. Ya no se hablará de la Carta de los Derechos Humanos, porque para eso están los actos del 10 de diciembre. Y por supuesto tampoco se hablará de la emergencia climática. Eso queda emplazado a la COP29... en Azerbaiyán.

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