Opinión

Milei no lo tiene fácil

Hacía 5 años que la CGT, el más importante sindicato argentino, no convocaba una huelga general. 

El miércoles, centenares de miles de argentinos se sumaron a la huelga o se echaron a la calle para manifestarse contra la “ley ómnibus” con la que el presidente Milei pretende hacer la gran revolución económica del país. Un proyecto con más de 500 artículos, de los que unos cien están en litigio. El ex presidente Macri, que con su apoyo dio el triunfo a Javier Milei y lo convirtió en presidente, muestra reticencias hacia los puntos más polémicos, y tras una tensa sesión parlamentaria, a la que Milei dio más importancia que a las manifestaciones, pues contaba con ellas, se ha llegado al acuerdo de reanudar la actividad en el Congreso la próxima semana, para tratar de llegar antes a un acuerdo.

Las reticencias se centran fundamentalmente en la reforma laboral, las pensiones, las retenciones fiscales, y las medidas hacia las que se muestra muy sensible la sociedad, viviendas, cultura, medio ambiente, y exceso de intervencionismo del Ejecutivo en cuestiones que pertenecen al Legislativo y Judicial. 

A favor de Milei está que durante toda su campaña electoral ya advirtió que deseaba alcanzar la presidencia porque Argentina necesitaba una auténtica revolución económica y política que él estaba dispuesto a acometer. Estaba convencido de que el sacrificio ciudadano al que obligaba su proyecto traería la necesaria estabilidad para el país, de mal en peor desde hacía décadas. 

Respondió positivamente la ciudadanía al darle mayoritariamente su apoyo en la primera ronda de las presidenciales, y la segunda la afrontó sabiéndose seguro ganador tras el apoyo de Mauricio Macri.

Así llegó a la Casa Rosada un hombre que hace apenas unos meses era prácticamente un desconocido en política, se le consideraba un personaje polémico y falto de experiencia. Su elección llenó de perplejidad a los argentinos y al resto de Latinoamérica. Y también de inquietud.

Las manifestaciones y llamamientos a la huelga es la tercera ola de protestas contra Milei desde que accedió a la presidencia hace poco más de un mes. Pero no se inmuta, haciendo honor a su imagen de hombre con exceso de seguridad en sí mismo y un punto de fanatismo aderezado de narcisismo, con tendencia a la extravagancia. 

La ley omnibús, incluso si se aprueba, no garantiza que los argentinos podrán evitar que el futuro se presente lleno de sobresaltos: tendrán que esperar para conocer las consecuencias de las iniciativas de Milei. Si salvan la situación actual… o consiguen vencer a una crisis económica consideraba endémica. 

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