Opinión

La realidad supera la ficción

Ya no salen aviones de Kabul, pero las operaciones se mantienen sacando a la gente a través de fronteras terrestres

Lo que se vive hoy en Afganistán, sobre todo en Kabul, supera lo que recogen las películas más trepidantes, las que mejor recogen las operaciones de rescate o de fugas.

Las tropas occidentales han abandonado el país y los talibanes han cerrado el aeropuerto de la capital, pero centenares de personas se empeñan ahora en la tarea de sacar del país a miles de personas que no han podido salir y que corren peligro de muerte si caen en manos de los talibanes. Se calcula que son más de 200 mil afganos, hombres mujeres y niños, los que han puesto su vida en manos de quienes desde distintos puntos y distintas profesiones, llevan semanas dedicados a localizar, alentar, esconder y tratar de sacar de Afganistán a quienes prefieren la muerte antes que ser encontrados por los talibanes.

Miembros de los servicios de inteligencia de diferentes países, trabajadores que han vivido en Afganistán en los últimos años, militares, diplomáticos, periodistas, empresarios y profesores, desde dentro y fuera del país han creado una red para ayudar a quienes no han podido escapar del infierno que espera a los afganos. Tienen prioridad los que han colaborado con los militares y los diplomáticos occidentales, así como mujeres afganas que realizaban actividades hoy prohibidas por los talibanes y que, a pesar de las promesas de los nuevos amos y señores de Afganistán, saben que su futuro es el encierro en casa y el sometimiento a los varones. Ni siquiera se les permitirá asistir a la escuela.

Se ha conocido ahora que la semana que salieron aviones de Kabul, con el aeropuerto cercado por una multitud que a duras penas consiguió romper los numerosos controles talibanes, se utilizaron incluso las alcantarillas para llegar hasta el aeropuerto, viviendas clandestinas para acoger a personas mientras llegaban los rescatadores, redes que se movían con santo y seña para identificarse y expertos en operaciones de alto riesgo para atender a quienes, como los niños, no eran capaces de seguir los procedimientos diseñados para salvarlos.

Ya no salen aviones de Kabul, pero las operaciones se mantienen sacando a la gente a través de fronteras terrestres, aunque la de Pakistán es la que menos tienta a los afganos, pues temen ser devueltos. Los gobiernos que formaron parte de la Alianza ya no envían aviones … pero desde dentro centenares de personas siguen trabajando para salvar a los afganos y, desde fuera, a través de las redes sociales, una trama los localiza y envía instrucciones para ser contactados primero por quienes trabajan sobre el terreno, y salvados después.

Todos y cada uno de los salvados tienen una historia personal, peligrosa y emotiva, que contar. Cuando se vean en libertad.

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